lunes, 26 de enero de 2009

Capítulo XI Parte Final.


EL ANTICOMUNISMO,
EN MANOS DE COMUNISTAS

El marxismo niega los valores morales y carece de logros materiales. Da­dos los enormes recursos de los terri­torios que domina, es ridículo el miserable nivel de vida que ofrece a sus súbditos. Y sin embargo, ha venido avanzando en los últimos cincuenta años, NO POR SUS EXCELENCIAS, sino porque cuenta con la complicidad de personajes que falsamente dicen servir al mun­do Occidental. Por ejemplo, lo que a primera vista parece ser la máxi­ma institución política opuesta al comunismo, o sea el Departamento de Estado americano, se encuentra profundamente influido por marxistas judíos o masones. En lo fundamental conserva en 1966 las di­rectrices que le fueron impuestas desde la época de Roosevelt, o sea traicionar a Occidente para que el marxismo domine al mundo.

Según lo precisó confidencialmente el "Economic Council Leter", el Presidente Truman llevó al Departamento de Estado a 7,482 fun­cionarios (en.su mayoría comunistas) de la Organización de Informa­ciones de Guerra. La propaganda del Departamento de Estado es una tela de araña que alcanza a toda actividad y es dirigida por un "pe­queño pero especializado e invisible Estado Mayor" dependiente del Consejo de Relaciones Exteriores, máximo organismo que propicia la Revolución Mundial marxista. De ahí desciende toda la propaganda sutil que actúa en los gobiernos extranjeros, en las agrupaciones reli­giosas, en los centros económicos, culturales, etc.

Erróneamente el pueblo americano creyó que si el demócrata Roosesvelt había entregado media Europa al bolchevismo, y.que si el de­mócrata Truman había acrecentado esa entrega en Asia, un presiden­te republicano pondría fin a tan criminal política. Por eso volvió sus oíos a Eisenhower, quien fincó su propaganda electoral ostentándose como abanderado del anhelo popular de detener al comunismo. Pero demócratas Roosevelt y Truman, y republicano Eisenhower, los tres tienen el mismo común denominador de su sangre israelita y los tres han obedecido al mismo consejero Bernard Baruch, Gran Jefe del Consejo Imperial del Templo Masónico y ejecutor de las órdenes del Gran Sanhedrín, o sea el oculto gobierno judío internacional. (Ahora Baruch es muy anciano y parece que está siendo sustituido por Sidney J. Weinberg).

Durante el gobierno de Eisenhower, hasta el Secretario Foster Dul-les, tan anticomunista en sus discursos, deslizó el 20 de agosto de 1956 que "se puede prever la posibilidad, por primera vez en mu­chos años, de que los dirigentes soviéticos se unan cada vez más los principios de libertad". Y dos meses más tarde el mundo pudo ver cómo los soviéticos se unían amorosamente "a los principios de li­bertad" destrozando a los húngaros, y tiempo después a los tibetanos.

Al morir Foster Dulles (mayo de 1959) se le ensalzó como bene­factor del mundo occidental y "campeón de la libertad". Masía la URSS le rindió honores. Lo trágico es que Dulles hablaba contra el comunismo, pero ¡amas hizo nada efectivo por los combatientes anti-comunistas de Polonia, ni por los de Indochina, ni por los de Irak, ni por los de China, ni por los del Tibet. Tampoco hizo nada para de­tener la infiltración comunista en el mundo árabe y en África, y ni siquiera se opuso a esa infiltración en Iberoamérica. Quizá el duelo que manifestaron en el Kremlin a! enterarse de su muerte no fue una mera formalidad diplomática sino una pena sincera.

La política internacional tampoco varió con el católico Kennedy, pues la camarilla judío-marxista que lo rodeaba se impuso en casi todas las decisiones. El nuevo Secretario de Estado Dean Rusk im­plantó una severa censura para impedir que los militares americanos siguieran hablando en contra del comunismo. El general Edwin A. Walker fue relevado de su puesto de mando en Berlín porque expli­caba a los soldados americanos el peligro de la conspiración roja. Esta "purga" fue duramente censurada en el Senado en julio y agos­to de 1961 y se designó una comisión que investigara quiénes son los censores ocultos en el Departamento de Estado, el cual se negó a revelar los nombres, en tanto que el monopolio informativo inter­nacional (judío) realizaba un boicot de silencio acerca de estos hechos.

John A. Stormer, en su libro "Nadie se Atreve a Llamarle Traición", precisa que el Departamento de Estado americano ha dado más de seis mil millones de dólares (setenta y cinco mil millones de pesos me­xicanos) en ayuda directa a los regímenes comunistas. Por eso comen­ta que todas las dictaduras rojas podrían llevar el sello de "Made in U. S. A."

Muchos estadistas no son estúpidos como a veces se juzga por los daños que causan a los países occidentales. Por el contrario, son ex­tremadamente inteligentes, sólo que su propósito no es ayudar a Oc­cidente, sino hundirlo.


Aunque es, pues, un hecho que el judaísmo político tiene profunda influencia en el mundo no comunista, TODAVÍA NO LOGRA UN DOMINIO ABSOLUTO.

Por tanto necesita contemporizar, engañar ya veces satisfacer a otras fuerzas políticas no judías. Con frecuen­cia se impone en decisiones importantes, pero aún se encuentra lejos de avasallar íntegramente a los pueblos occidentales como lo hace el judaísmo marxista con los pueblos orientales.

Durante 1949-1950 ocurrió en Estados Unidos una vigorosa reac­ción de las fuerzas auténticamente enemigas del marxismo. Entonces los traidores tuvieron que ceder terreno, hacer concesiones y volverse más cautos, pero de ninguna manera fueron vencidos. A partir de 1956 volvieron a lograr considerables avances y en 1959 los ministros soviéticos Anastas Mikoyan (judío armenio) y Kozlov, pudieron reali­zar giras de propaganda en Estados Unidos, utilizar la radio y la tele­visión y anunciar el futuro triunfo del marxismo.

Mikoyan fue pública­mente agasajado por los magnates israelitas de Wall Street, ante el azoro de quienes aún no comprenden que el supercapitalismo judío y el comunismo israelita son la misma cosa, con la diferencia de que en el Estado comunista los jefes hebreos controlan —ya sin excepción y sin límites—- todos los capitales y todos los recursos económicos.

Ante los agasajos dispensados a Mikoyan, el cardenal Richard Cush-ing declaró en Boston (enero 11 de 1959) que era una vergüenza re­cibir festivamente a "ese servidor sangriento de los crímenes de Stalin y de Krushchev mientras se vuelve la espalda a los pueblos esclavi­zados por ellos". Poco después el propio Krushchev fue recibido en triunfo por Eisenhower y Rockefeller.

Y para arrullar en su ensueño al Occidente, viajan también el Con­junto de Danzas y Canciones Soviéticas, del judío Moiseev, y el Ballet Bolshoy, del judío Messerer, que por cierto despierta apasionados elo­gios con plagios artísticos de rumanos, húngaros y polacos.

Desde 1962 hay una renovada acción de los movimientos patrio­tas americanos, con fuertes grupos del Pentágono (fuerzas armadas), del Senado, de la Cámara de Representantes y de la opinión pública en general, pero aún no logran sobreponerse a la vasta red de orga­nizaciones de traidores, que son numerosísimas. Tan sólo de judíos hay seis mil agrupaciones, unas secretas y otras no, que se infiltran en todas las actividades.

Por ejemplo, la Asociación Nacional Para el Progreso de los Hom­bros de Color es dirigida por los judíos Arthur Springarn, Jack Greem-berg y Kevie Kaplan, ayudados por Maslow, del American Jewish Cohgress, por Edwin Lukas, del American Jewish Commitee, y por sus congéneres los escritores Walter Winchell, Michael Gold, Waldo Franck, David Gilson, Albert Harper, Robert Nathan y otros muchos. No obstante que en el barrio neoyorkino de Harlem los negros tienen un alto ingreso económico y gozan de toda clase de garantías, el líder Leví Laub ha venido agitándolos y lanzándolos a cometer tropelías. El grupo del extinto "Malcolm X" pretende abiertamente que se cons­tituya un Estado Negro quitándole territorio a Estados Unidos.

Toda esa gente ha venido agitando con la "fusión racial" porque ha visto en los 22 millones de negros residentes en Estados Unidos un magnífico instrumento perturbador, y han contado con la ayuda de Earl Warren, presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien jun­to con el periodista americano-judío Drew Pearson fue a pasar vaca­ciones con Krushchev a un castillo de Gagra.

Los motines prefabricados de negros alcanzaron en 1966 propor­ciones sin precedentes. En Chicago hubo noches de terrorismo, con saqueos y francotiradores, como en guerra de salvajes. El senador Frank J. Lausche señaló que eso era "obra de una conspiración dirigida por expertos". En Cleveland, Ohio, llegaron a ocasionar 161 incendios. En Los Angeles saquearon comercios, atacaron a hombres y mujeres y llegaron a destruir tramos de la red de agua y drenaje.

Bajo el disfraz de "lucha por la fusión racial" hay móviles políticos de la conspiración internacional. Por eso el contralmirante americano John G. Crommelin dice: "El objetivo final de la conspiración judío-comunista es usar su control mundial del dinero para destruir la cristiandad y levantar un gobierno mundial en la ONU... y eli­minar todas las distinciones raciales excepto la llamada raza ju­día, que se convertirá entonces en la raza dominadora con asien­to en Israel y en la ONU, en Nueva York". (1)

(1)"Common Sense", 15 de Nov. de 1962. (En el Consejo de Seguridad de la ONU han figurado los eminentes comunistas Arkady A. Sobolev,
Constantine E. Zinchenko, Ilya E. Tchenychev, Dragin Protich. Antoly F. }ohnjn, Georgy P. Arkadev, Eugeny D. Kiselev, Vladimir P. Suslov y otros).

(El caso de los negros en Estados Unidos seguirá siendo explotado porque al amparo de esa causa se quiere dar poderes dictatoriales al grupo procomunista. Además, ya empiezan a ser organizados grupos de mexicanos residentes en Norteamérica para moverlos con fines po­líticos perturbadores).

El marxismo se infiltra en todos los sectores y se disfraza con las más diversas caretas. En Estados Unidos ha penetrado hasta en la Suprema Corte de Justicia, cuyo Presidente Earl Warren (discípulo del rabino Finkelstein y con título de la Universidad del Judaísmo) ha Frustrado diversas acciones contra el comunismo, algunas emprendi­das por agencias de seguridad interna como el FBI. El 6 de ¡unió de 1961, no obstante el voto en contra de Earl Warren, la Suprema Cor­te dictaminó que la actividad comunista era un delito de subversión :contra la sociedad, pero el magistrado judío Félix Frankfurter ma-liobró rápidamente y logró un edicto especial postergando el cum­plimiento de ese dictamen. Por su parte, el grupo de Warren —tan reacio a frenar la conjura marxista— lograba un acuerdo para prohi­bir que se invoque a Dios en las escuelas. El ex presidente Hoover comentó que este fallo representaba "la desintegración de una sa­grada herencia americana".

En las finanzas también es considerable la penetración hebrea, pues el Banco Central de Estados Unidos, o sea el Federal Reserve Bank, se apoya en las finanzas judías, tales como el gigantesco grupo bancario de Khun Loeb and Co., que dispone directamente de 112 bancos e indirectamente de otros muchos. Secundan esa influencia varios organismos judíos particulares, como la Fundación Rockefeller, que hasta se hallan exentos de impuestos en sus grandes especulaciones. El reporte Allen-Scott reveló que en la baja de valores de 1963 las inversiones privadas vieron reducidas sus acciones en diez mil millones de dólares, en tanto que los Rockefeller ganaron 47 millones.

La masonería es otra base formidable del movimiento político ju­dío. Algunas de las organizaciones masónicas más conocidas en Es­tados Unidos son la B'nai B'rith, con 330 logias; los Hijos Libres de Benjamín, con 192; la Berith Abraham, con 760, y la I. O Berith Sholom, con 371. La lista completa ocuparía diez páginas.

Igualmente vasta es la penetración en la prensa. La Cadena "Hearst" dispone de 17 periódicos con 8 millones de ejemplares diarios y 15 revistas; fue fundada por el judío Mauricius de Hirsch y ahora está en manos del judío Richard E. Berlín, disfrazado de católico. "New York Times", del israelita Oachs, es manejado por el procomunista Alden Whitman. "New York World", del judío Joseph Pulitzer, "Wash­ington Post" y la revista "Newsweek", del judío Eugene Meyer, y ju­díos son también los monopolios de la información cablegráfica inter­nacional.

Uno de los casos más notables de infiltración en la prensa norte­americana es el de la acreditada revista "U. S. News & World Report", que durante muchos años ha defendido las mejores causas y que ahora comienza a servir discretamente a la DESINFORMACION procomunista, debido a la creciente influencia de su editor judío Da­vid Lawrence. (La fórmula de la conjura es controlar la acción marxis­ta y la reacción antimarxista).
En las grandes redes de televisión opera Irving Kahn y en las de radio David Sarnoff y William Paley.

En el cine norteamericano, la Metro Goldwyn Mayer es obra del judío Marcus Loew, ahora en manos del judío Samuel Goldwyn. La "Universal Film" es del judío Julio Baruch, conocido bajo el seudó­nimo de Cari Laemmie. La "United Artist" es obra del judío Hiram Abrams.- La "Warner Bros", obra de los hermanos Warner, polaco-judíos, a la vez controla 530 cines americanos y 35 centrales de dis­tribución de películas.

Sólo la "20th Century" y la "R. K. O." esca­pan actualmente al control total de ese bloque, que también está in­tegrado por cientos de artistas, argumentistas y directores de cine. Entre los actores más conocidos figuran los israelitas: Edward G. Ro-binson, Chaplin, Kirk Douglas, Paulette Goddard, Liberace, Tony Mar­tin, Jerry Lewis, Peter Lorre, Tony Curtís, Danny Kaye y otros cientos. Entre los argumentistas, John Howard, Arthur Miller, Lester Colle y Albert Maltz. Entre los directores, Ella Kazan, Joseph Sternberg, Da­vid SelznicK Walter Wagner, MIchael Curtis, Joseph Pasternak, Ernest Lubistch, Cari Leammie, Alexander Korda, William Fox y otros muchísimos, igualmente prosoviéticos. Así se explica que todavía en 1966 estemos viendo frecuentemente películas contra los alemanes, venci­dos hace 21 años, y NI UNA SOLA contra los crímenes comunistas que OCURREN ACTUALMENTE.

Últimamente han aumentado las películas que atacan o ridiculizan a los militares nacionalistas y a los sacerdotes. Nada, en cambio, que afecte al avance marxista. Invariablemente son magnates hebreos los que patrocinan esas producciones.

Igual influencia se halla detrás de la creciente producción de "lite­ratura" pornográfica, con poderosas editoriales en Nueva York y Ca­lifornia. Los impulsores de esta "cruzada" son Samuel Roth, Abraham Rubín, Edward Mischkin, Abraham Golberg, Ralph Ginzburg y otros congéneres suyos. La policía de Nueva York trató de frenar esa pro­paganda, pero se movieron poderosas influencias y ésta siguió ade­lante. El senador Thomas J. Dodd denunció que estaba causándose grave daño a la juventud y que no se castigaba a los culpables. La fuerza de esos magnates se hizo sensible también en México, donde la ley sobre la materia quedó sin aplicación y se permitió la circulación de la pornografía.

Las mismas manos se hicieron visibles en la campaña internacional para reducir la natalidad en Occidente mediante las pildoras orales, de consecuencias aun no determinadas. La ONU encabeza esta cam­paña, financiada por las Fundaciones Ford y Rockefeller y por otros magnates "supercapitalistas". El Arzobispo Héctor Enrique Santos, de Tegucigalpa, Honduras, denunció esa "intervención bárbara" que "no respeta ni lo que Dios manda ni lo que exige la persona humana". (En el bloque comunista la natalidad es propiciada, tal como si se planeara que en 18 años más la balanza demográfica-militar se incline en favor del comunismo).

Y nada tendría de particular que banca, radio, televisión, prensa y cine estuvieran en manos de judíos; lo grave es que estos gigan­tescos recursos de orientación pública estén trabajando unidos al mo­vimiento político internacional que mina a Occidente y que ayuda al marxismo.

La ingeniosidad del judío confiere al marxismo una aptitud única para convertir en instrumentos suyos los medios más insospechados, -os jefes soviéticos y sus cómplices en Occidente tejen tal maraña je hipocresías que todo aquel que pretenda entender la política in­ternacional siguiéndola a través de las declaraciones de unos y otros, >e engaña redondamente. Una buena guía es atender a los hechos y 10 a las palabras. Además el marxismo está siempre produciendo no­vedosos sofismas para sorprender a la opinión pública, tales como el je la "coexistencia", los "sacerdotes de la paz", las "iglesias nacionales", los comunismos "independientes", el "desarme", el "progre­sismo" y las "democracias-populares".

En su lucha contra la religión el marxismo emplea gran variedad de trampas. El 3 de noviembre de 1949 el Vaticano reveló que la URSS tenía "seminarios" para formar falsos sacerdotes católicos, con es­tudios de latín, filosofía, teología, etc., cuya misión era confundir a los católicos y defender las "iglesias nacionales".

Monseñor Fulton Sheen, obispo auxiliar de Nueva York, precisó que ya había mil de esos "sacerdotes" infiltrados en Occidente con el disfraz de exiliados de países comunistas. "Actuando al servicio de la Kominform —dijo— estos falsos sacerdotes han aprendido decir misa y son capaces de sostener discusiones teológicas de un nivel elevado". (1)

(1) Para que El Reine.—Jean Ousset.

Tales clérigos pueden acomodarse y ascender en los países comu-nizados. Por ejemplo, el régimen de Checoslovaquia establece que las vacantes en el Clero deben ser cubiertas con los sacerdotes que el propio régimen proponga.


Lo anterior es uno de los muchos recursos con los cuales se pre­tende anular los efectos del decreto que el Santo Oficio dictó (13 de julio de 1949) disponiendo la excomunión mayor de todo católico que ayude al comunismo.

En Hungría y en China se dio el caso de que numerosos sacerdo­tes de buena fe fueran atraídos al marxismo mediante el Comité Na­cional de Paz de Sacerdotes Católicos, por lo cual el Vaticano con­denó ese organismo y amenazó de excomunión a 500 párrocos que se disponían a colaborar con los rojos disfrazados (1° de abril de 1957). Infiltrar las instituciones religiosas es una de las metas más preciadas por el marxismo y para lograrlo ha venido preparando jóvenes, fa­natizados con la divisa de "acercarse al enemigo para suprimir al ene­migo", "aplastar al enemigo sirviéndose del enemigo mismo". En los partidos demócratas-cristianos ya lo han hecho con bastante éxito, pero además aspiran a hacerlo en grande escala en la propia Iglesia.

Se trata de una verdadera guerra sicológica en que se utilizan en­gañifas como si fueran proyectiles, y hay artificios de diversos cali­bres adecuados para cada mente. Es una invasión invisible para do­blegar voluntades. En uno de sus aspectos esta propaganda tiende a producir generaciones cuyos reflejos morales se habitúen lentamen­te a considerar el marxismo como un producto lógico del progreso, no como una conjura que se vale de la técnica y la ciencia para sus fines de dominio mundial.


Una de las más recientes armas de este arsenal de la guerra sico­lógica es la "DESINFORMACION", consistente en propalar informes sutilmente elaborados para confundir y desorientar a los no comunistas. Por ejemplo, cuando Stalin rompió con el judaísmo, el caudillo "Tito" de Yugoslavia se enfrentó a la URSS y fue aplaudido en Oc­cidente como un adalid de la libertad. En realidad sólo estaba de­fendiendo al alto mando judío comunista que peligraba en la URSS. (1)

(1) "Tito" ha recibido de Truman, Eisenhower y Kennedy 2,500 millones de dólares, muchísimo más que varios países no comunistas y aliados de Occidente, como España o Portugal.

La "Desinformación" ensalzó también al Primer Ministro polaco, Gomulka, como libertador de Polonia, pero la rebelión de Posen y la consiguiente matanza de polacos anticomunistas echó por tierra esa falsedad y confirmó que el país seguía siendo una colonia del marxismo.


La campaña desinformadora ha planeado ir presentando como des­equilibrados mentales a los principales opositores al marxismo y has­ta piensa crear un sanatorio especial para recluirlos. El primer paso se dio en Estados Unidos al someter al general Walker 5 un examen siquiátrico, después de sus duras críticas contra los procomunistas in­filtrados en el gobierno.

El caso de Boris Pasternak también fue típico de la desinformación, pues para difundir sus libros por todo el mundo las agencias informa­tivas marxistas lo presentaron como un ruso perseguido por el comu­nismo, y en realidad Pasternak era un judío que vivía desahogada­mente en su casa de campo cerca de Moscú.

Otra maniobra desinformadora es la creación del falso Partido Na­zi Americano, del ex militante comunista George Lincoln Rockwell, y o'el igualmente falso Partido Nazi Inglés de Colin Jordán. Ambos gru­pos sirven de coartada para la "libertad democrática" que se conce­de a la proliferación de las agrupaciones subversivas comunistas. Y a la vez realizan tareas de desprestigio contra los sectores derechistas.

Según otro de los sofismas de la "desinformación", las democra­cias no afrontan decididamente al comunismo y siguen perdiendo te­rreno porque sus grandes masas de población sufren problemas eco­nómicos. Si esto fuera verdad, mil veces más terreno hubiera perdido el imperio comunista, dada la infinitamente mayor pobreza de sus súbditos.

La segunda parte de ese sofisma asegura que si las democracias, quieren combatir al comunismo necesitan elevar antes el nivel de vida de sus pueblos. Independientemente de que esto sea bueno, la fórmula tiene mucho de capcioso porque tardaría tantos años en rea­lizarse que entretanto el comunismo ganaría enorme ventaja. A nadie se le ocurrió en el Kremlin que para doblegar a los polacos, a los hún­garos, a los tibetanos, etc., primero se elevara el nivel de vida de la URSS. Los pueblos no combaten por negocio, sino movidos por idea­les o engañados por el odio.

Estados Unidos tiene el más alto nivel de vida de todo el mundo y no por eso se encuentra a salvo del veneno comunista, supuesto que éste no brota de las masas, sino que desciende de la conspiración de altos círculos gubernamentales, económicos, propagandísticos e in­telectuales. (1)

(1) En 1917 el rabino Jules Magnes creó la primera célula comunista en Estados Unidos, llamada Consejo del Pueblo.

Dejar a las masas occidentales en el vacío ideológico actual (con el pretexto de que se estudian planes para su mejoramiento econó­mico) es una ingeniosa forma de cederlas al avance marxista. Las fórmulas seudocientíficas como móviles populares son un fiasco. A las masas se les mueve con sentimientos; así lo han hecho la demo­cracia (cuando la democracia fue activa), el fascismo, el mahome­tismo, el confucianismo y todas las demás doctrinas que han arras­trado pueblos.

Por eso la "desinformación" marxista se empeña en esterilizar los sentimientos de lucha de los pueblos occidentales, porque en esa for­ma los paraliza ante los avances de la "revolución mundial". Y en esa tarea es eficazmente ayudada por sus cómplices de Occidente, que han hecho del anticomunismo oficial un movimiento hipócrita, mañoso, calculadamente inefectivo. Esto se ha practicado en los úl­timos 21 años.

En cuanto al anticomunismo de aislados sectores privados, care­ce de estímulo oficial, de apoyo económico y de organización. Ade­más, su temor a ir al fondo del problema mantiene a sus pocos pro­sélitos en las tinieblas de la desorientación, pues al prescindir del fac­tor político judío vagan ciegos y sin rumbo entre una confusión de fe­nómenos internacionales al parecer incomprensibles.

El verdadero problema, el impulso primario del malestar interna­cional, reside en el movimiento político judío que mueve a la URSS y que traiciona a Occidente. Lo demás es perder el tiempo.

Mentira que el comunismo sea una doctrina nueva y vigorosa que avanza incontenible a pesar de la oposición. Donde hay resistencia auténtica jamás avanza. Pese a sus espectaculares progresos en Ale­mania, Italia y España durante el tercer decenio del siglo, fue luego abatido en cuanto se le cortó el apoyo masónico oficial.

Si en numerosos países el bolchevismo perdura, es sólo por la fuer­za abrumadora de sus armas y del terror, no por la adhesión de las masas. En cualquier coyuntura el pueblo lo hace añicos, como en los levantamientos de Berlín Oriental, de Posen, de Hungría y del Tibet. En Francia casi se le hizo rodar por el suelo en 1958 cuando la insu­rrección militar quebrantó la traición gubernamental de los Mendes-France y los Pflimlin. Y pese a la educación engañosa, a la "ingeniería social" y a la abrumadora matanza de oponentes y sospechosos, en la URSS todavía ocurren periódicamente temerarios levantamientos populares, como el habido en Tiflis en marzo de 1956, como el de los estudiantes de Temir Tau en octubre de 1959, el de Novocherkask en ¡unió de 1962 y el de Quemerovo, en Siberia Central, en noviem­bre de! mismo año, sólo que el monopolio informativo les ha puesto silenciador.

El marxismo no avanza en los países donde el gobierno no ha en­trado en componendas con él o donde los núcleos judío-marxistas no tienen suficiente fuerza para imponer su conjura. En cambio, prospe­ra con ribetes de heroísmo donde se le presenta una resistencia fic­ticia, convencional, amañada, mientras por debajo del agua se le ayu­da económica y políticamente.

Y una cosa es clara: mientras la influencia del movimiento judío en Estados Unidos siga siendo tan decisiva como ahora, no podrá ha­ber ninguna verdadera y eficaz acción oficial anticomunista. Es igno­rar completamente el fondo del problema, es absurdo, insensato e ilusorio, esperar que la camarilla israelita de Occidente combata por los pueblos no judíos contra la camarilla israelita de Moscú. Las dos buscan, únicamente, la hegemonía del "pueblo elegido".

Occidente no puede tener una auténtica política occidentalista mientras su política no esté íntegramente en manos de los propios occidentales. El judío nace y vive en cualquier punto del planeta, pero no deja de ser judío.
¡Sus 5,726 años de historia lo atestiguan!

LOS DERECHOS
DEL PUEBLO JUDIO


No le negamos al pueblo judío el derecho a sobrevivir sin mezclar su sangre con los demás pueblos, ni el derecho que tiene a practicar su religión mosaica, por la que muchos judíos no se preocupan en lo personal; pero afirmamos que a lo que no tienen derecho sus di­rigentes es a seguir ejerciendo una actividad netamente política que tiende al dominio mundial mediante la implantación del Comunismo, que es el supercapitalismo de Estado manejado por ellos.

La raza y la religión judías merecen todo nuestro respeto, y nos adhe­rimos de corazón a las decisiones del Concilio Vaticano II en este pun­to; pero en el terreno político —que naturalmente no tocó dicho Con­cilio— no tiene derecho el oculto grupo de dirigentes judíos internacio­nales a tratar de esclavizar en primer término a su propio pueblo y en segundo lugar a rodos los demás pueblos de la tierra.

Con San Pablo esperamos ansiosos la conversión de la gran masa del pueblo judío, y estamos ciertos de que la gran profecía se cumplirá, pero mientras tanto debemos defendernos, en el terreno estrictamente político —y sin incurrir jamás en los errores del anti-semitismo—, de la cruel persecución de quienes por ahora no buscan mas que el absoluto dominio universal. Por otra parte, la conversión —quizá muy lejana aún— de la masa del pueblo judío, no significa, mientras no llegue el día del Juicio Final, la cesación de la lucha de la Ciudad de Satán con­tra la Ciudad de Dios, del materialismo contra el Cristianismo.

ANTE EL ABISMO

Desde que la luz del entendimiento abrió horizontes a los destinos del hombre, un anhelo de justicia ha cintilado en lo más profundo de su ser. A través de milenios esa llama ha sido barrida por el vendaval, pero no extinguida.


En el siglo pasado un movimiento político judío —que dos mil años antes había sido ya desahuciado de su ambición de hegemonía mun­dial— tomó como punto de apoyo ese anhelo insatisfecho de justicia social. Lo tomó como apoyo, como coraza, como instrumento, como engañoso estandarte, pero no como meta de un ideal. Ese movimien­to político se llamó marxismo, comunismo, bolchevismo... Sus enga­ñosos fulgores atraen grupos desvalidos, mas no para reconfortarlos, sino para usarlos como instrumento. Y los primeros mendrugos que se arrojan a esas masas no son el principio de un banquete, sino el cebo de una trampa.

La palanca de la inteligente conjura se apoyó en las insatisfechas necesidades de los pueblos y en esta forma les agravó su desventura. A su calidad de proletarios se añade ahora la de ciegos combatientes por un poder ajeno. Así nació el bolchevismo en Rusia, y así se pla­neó su extensión al mundo entero, es decir, su internacionalización. Mediante la "revolución mundial" abrumadoras multitudes quedan un­cidas a un mismo amo y a una misma causa, oculta por ahora.


Y como reacción contra ese movimiento político israelita —no con­tra el anhelo de justicia social— surgió en 1920 el movimiento na­cionalsocialista. En otras, palabras, socialismo nacional, justicia social dentro de los límites de, cada nación; con bandera, costumbres, tra­diciones y fronteras propias, sin un amo internacional, sin una con­signa mundial', sin móviles de venganza anticristiana.


La trayectoria de esos dos movimientos hasta su choque armado en la pasada guerra, se sintetiza así:

I°—MARXISMO ISRAELITA.—La revolución bolchevique, adueñán­dose del poder en Rusia después de 69 años de lucha, representa ya en 1917 el primer triunfo de toda una conjura con fines de hegemonía mundial y de magno desquite del fanatismo hebreo. Carente de fuerza numérica, el movimiento político judío creó el marxismo como un instrumento para aumentar su fuerza, así como el hombre se vale de la palanca para decuplicar la energía de su brazo.

Judío fue Marx, que concibió la engañosa doctrina; judío Engels, que la alentó; judíos Lenin, Kamenev, Trotsky y otros mu­chos que la impusieron sangrientamente al pueblo cristiano de la Rusia zarista; judíos Jacobo Schiff, Jacobo Furth, Luis Marshall, Adolfo Kraus y Enrique Goldfogle, que en Washington coaccio­naron al Presidente taft para debilitar políticamente al Zar de Rusia; judíos los banqueros Kuhn Loeb, Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg y Rockefeller, que desde Nueva York ayudaron económicamente a los marxistas soviéticos; judíos Félix Frankfurter, Harry Hopkins, Bernard Baruch, Samuel Untermeyer, Morgenthau y otros muchos que rodearon a Roosevelt y lograron que el pueblo norteamericano fuera lanzado a una gue­rra ajena en defensa del bolchevismo soviético; judíos los espías Pontecorvo, Fuchs, Greenglass, Gold, Judith Copien y Julius Rosemberg, que durante el régimen de Truman entregaron secre­tos atómicos a la URSS; y judíos, por último, los que aún ahora están adormeciendo a todo el Occidente con la falsa impresión de que sin hacer nada puede salvar el abismo que de pronto ha visto a sus pies.

2'—NACIONALISMO.—Las medidas coercitivas de los zares contra la agitación política judía, y la advertencia de Federico Nietzsche en 1886 (de que la astucia disimulada del hebreo y el primiti­vismo del ruso serían los factores de la gran lucha del siglo XX por el dominio del mundo), representan ya los primeros síntomas de un nacionalismo que se sentía amenazado por el fino enervante del internacionalismo hebreo.


La alarma de los oficiales prusianos contra el bolchevismo en 1918 y la comisión al cabo Hitler para vigilar los progresos de esa exótica doctrina en Alemania, representan a su vez el pri­mer paso del nacionalsocialismo, cuya esencia radica en exaltar los valores de la raza y de la patria, en lucha a muerte con la internacionalización propiciada por el marxismo.


Cuando en 1919 nació el Partido Obrero Alemán, Hitler habló de la necesidad de liquidar las querellas con Inglaterra y Fran­cia, es decir, con Occidente, y de marchar contra la sede del bolchevismo judío entronizado en la URSS.

Esa trayectoria se mantuvo siempre categórica y clara; cuando en 1920 Hitler marchó al frente de su Partido; cuando en 1923 escribió "Mi Lucha" en la prisión; cuando en 1933 asumió par­cialmente el Poder; cuando en 1935 se convirtió en el ¡efe abso­luto de Alemania; cuando en 1939 quiso negociar para abrirse paso a través de 60 kilómetros de Polonia y montar la ofensiva antibolchevique; cuando en octubre de ese mismo año tendió su mano a Inglaterra y a Francia; cuando vencida Francia en 1940 volvió a tenderla a ambos países; cuando a principios de 1941 se disponía a lanzarse contra la URSS, y en otras mil ocasiones, hasta llegar a su dramático fin de la Cancillería de Berlín, donde lo que restaba de sus cañones apuntaba hacia el Ejército Rojo y no hacia el Occidente.


La historia de la segunda guerra mundial es la historia del nacio­nalsocialismo de Hitler luchando por abatir al marxismo judío, mien­tras el judaísmo internacional luchaba por salvarlo. A este término sencillo se reduce el conflicto de 1939-45.


En esa contienda lo mismo perdió Alemania —que era la fuerza antibolchevique— que todos los pueblos occidentales lanzados en con­tra de ella como instrumento del movimiento político judío. La guerra no era de estos pueblos y por tanto la victoria tampoco.

Es significativo que la contienda se iniciara con el pretexto de Polonia, cuando el ejército alemán se hallaba ya en la antesala de su lucha contra la URSS. Era ése el último momento para arrastrar al Occidente a la guerra, porque una vez iniciado el choque germano-soviético sería imposible conseguir que los pueblos inglés, francés y norteamericano acudieran a salvar al bolchevismo. Por esto se em­pujó a esos pueblos a la guerra antes de la ofensiva alemana anti­marxista y se les dio a Polonia como bandera. Pero Polonia nada im­portaba. Seis años más tarde toda entera fue entregada al bolche­vismo. Y ¡unto con ella 12 países más fueron cedidos a la URSS, con un total de 697 millones de seres y 16 millones de kilómetros cua­drados.


Ese salvamento del marxismo israelita —disfrazado como la defen­sa de la Democracia y la Libertad— fue el engaño colosal sobre el cual se fraguó la derrota que ahora padece el Mundo Occidental.

Los millones de soldados aliados muertos en la guerra no supieron jamás que luchaban por eso. Se les dio una bandera y se les señaló un camino, y creyeron marchar hacia la cumbre siendo que en rea­lidad iban hacia el abismo.

Esta es la historia de la Segunda Guerra.
Esta es la historia de la Derrota Mundial.

Mutilado el Mundo Occidental en Europa; habiendo perdido 697 millones de habitantes que se movían en su órbita y que ahora han engrosado el potencial del bolchevismo, su más grande debilidad no es, sin embargo, sus bajas materiales, sino su debilidad interna. Una debilidad particularmente nutrida por su ceguera. Quienes lo explo­tan y lo manipulan a su arbitrio se empeñan en mantenerlo ciego.

Un pueblo o una coalición de pueblos que mantengan su espíritu firme y alerta, es invencible. Ni siquiera la superioridad numérica, ni siquiera la ventaja de armas y ni siquiera la derrota militar pue­den abatirlos. Lo nuclear en la vida de los pueblos es el espíritu, la voluntad de los hombres que los integran. Lo peor no es que el enemigo sea fuerte, sino que uno se debilite en creciente pérdida de va­lores morales. Y desgraciadamente este es ahora el caso del Mundo Occidental, que va reblandeciéndose cada día más.

El movimiento político judío es un ejemplo viviente de que no hay desventaja material imposible de ser superada y de que la derrota que no rompe el espíritu es sólo una peripecia transitoria. Destrozado el perfil geográfico de su Patria física; privado de tierras y de bie­nes materiales; esparcido hacia los cuatro puntos cardinales, el judaísmo conservó, sin embargo, invicta su voluntad e íntegra su fe. Y de pueblo huésped, sujeto al menosprecio de todos, fue convirtién­dose paulatinamente en amo de sus anfitriones.


El pueblo ruso tuvo la debilidad de no identificar a sus enemigos ocultos bajo las luminosas promesas de la comunidad de bienes, la igualdad de clases y el reparto de tierras, y desde entonces vive sin ser dueño ni de su cuerpo n! de su alma.

Los pueblos occidentales tampoco están reconociendo a sus ami­gos ni a sus enemigos; combaten a los primeros y ensalzan a los se­gundos. La derrota de Alemania fue la de toda una época; la de toda una civilización. Al contribuir a aniquilar al Ejército Alemán, Occi­dente se mutiló a sí mismo y se privó del arma más eficaz que hasta ahora ha surgido contra el bolchevismo. Mas al inmolarse en el com­bate y trasponer los arcos irreversibles de la historia, ese ejército dejó un ejemplo de cómo pueden alcanzarse las más altas cumbres del esfuerzo humano cuando se lucha por un ideal.


Los países occidentales no disponen ahora de las 200 divisiones que Hitler acaudilló en la URSS, ni del espíritu de categórica deter­minación y de incondicional sacrificio que las alentó en su lucha.

Ahora Occidente tiene una parte creciente de sus enemigos en casa y otra fuera. El enemigo interior es el más peligroso porque lo traiciona, le enturbia sus valores morales y lo va cargando de lacras inherentes al SUPERCAPITALISMO que le va imponiendo.


Supercapitalismo israelita en casa (en la forma de monopolios y estatismo) y marxismo israelita fuera, son dos manifestaciones de UN MISMO enemigo. Dos extremos de UN MISMO movimiento político anhelante de la hegemonía mundial.


Ese enemigo ÚNICO, de dos caras, es el que ha impuesto en Oc­cidente la fórmula de hablar alharaquientamente en contra del co­munismo y actuar discretamente a favor de él.


La dominación material es transitoria, por dura que parezca. Desde Ciro hasta Napoleón así se ha demostrado en la historia. Mil veces más temible es la subyugación de las mentes. Para lograrla, el judaísmo político ha venido corroyendo y desmoralizando la voluntad do los pueblos. Es evidente que espera lograr en el Mundo Occi­dental un desplome interior, o bien, una devastadora guerra que mediante el instrumento de! marxismo dé el triunfo universal al pueblo elegido. (1)

(1) Hay indicios de un parcial desacuerdo entre los líderes políticos judíos de Oriente y los de Occidente. Al parecer los primeros quieren que perdure el mando secreto que ha dirigido a la Diáspora, y muchos de los segundos se inclinan por un gobierno público mundial sionista, con un rey judío a la cabeza.

A la luz de estos hechos la situación es clara: mientras Occidente no se libre de la influencia hebrea —que a través de diversos con­ductos, como el de la masonería, le desvía sus pasos y le alienta su cómoda disipación ante el peligro—, no desenvolverá su pasión na­cionalista y sus impulsos místicos, que son los veneros de donde puede extraer las fuerzas espirituales para su defensa.


Esa influencia del movimiento político judío es portentosa y te­mible. Ha hecho alianza con las tinieblas y cundiendo siempre por secretos cauces erige a su alrededor barreras de silencio, más tiene un talón de Aquiles: teme tanto a la luz del Sol como el diabólico Drácula. Las fuerzas no judías son incomparablemente más podero­sas, sólo que aún no tienen conciencia de su Destino común ni del peligro que las acecha. En cuanto los pueblos identifiquen a su ene­migo y lo saquen de las tinieblas para verle la cara, se deshará como ceniza al contacto del viento y se disipará como telaraña bajo los ra­yos del sol.

Pero mientras eso no ocurra, la mortal incógnita seguirá planteada en el cielo del Porvenir. Henry Ford la leyó a su modo, en 1920, y la describió así:

"El futuro autócrata será un rey judío sentado en el trono de David; en este detalle coinciden las profecías antiguas y los pro­gramas de hegemonía mundial israelita,.. A veces se pregunta por la veracidad de los Protocolos de Sión. Cada fase de la historia moderna los confirma".

Y tres años más tarde, en 1923, Hitler escribió:

"Es evidente que el mundo de hoy va camino de una gran revolución. Y todo se reduce al interrogante de si ella resultará en bien de la humanidad o en provecho del judío errante".


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"Vive Peligrosamente".—Otto Skorzeny.
"Resistencia Contra Hítler".—Zimmermann y Jacobsen.
"Vendidos y Traicionados".—Lothar Van Greelen.
Más compilación seleccionada de 29,835 ejemplares de periódicos, en que aparecieron de­claraciones de funcionarios, militares y peritos acerca de la guerra y la política inter­nacional.

ÍNDICE


PROLOGO A LA 2a. EDICIÓN ......................... 5

INTRODUCCIÓN ..................................... 7

I.—AURORA ROJA ...................... (1848-1919) 11

II.—HITLER HACIA EL ORIENTE ............ (1919-1936) 41

III.—OCCIDENTE SE INTERPONE ............ (1933-1939) 66

IV.—LA GUERRA QUE HITLER NO QUERÍA (1939-1940) 119

V.—DE NUEVO HACIA EL ORIENTE ....... (1940-1941) 188

VI.—LA GUERRA QUE HITLER SI QUERÍA .. ( 1941) 233

VI.—SALVANDO AL BOLCHEVISMO ........ (1941-1942) 294

VIII.—OSCILACIÓN DE LA VICTORIA ....... (1943 ) 381

IX.—LAS MAS ALTAS CUMBRES DEL ES­FUERZO HUMANO (1944) 449

X.—EL FIN DE HITLER ..................... (1945) 522

XI.—DERROTA MUNDIAL .................. (1945-1965) 601

BIBLIOGRAFÍA ....................................... 709

viernes, 23 de enero de 2009

Capítulo XI 6ª Parte.

LOS DESORDENES EN IBEROAMÉRICA

Y tras el bloque asiático, el bloque africano, el bloque árabe y el bloque hindú, sigue en turno el bloque iberoamericano para apro-a la influencia del marxismo. (En este caso se trata de un área de más de veinte millones de kilómetros cuadrados y de cerca de 200 millones de habitantes, que para 1975 ascenderán aproxima­damente a 300 millones).

El primer paso ostensible para acercar a Iberoamérica a la influencia marxista se dio en la ¡unta de presidentes efectuada en Panamá en 1956 al no condenar conjuntamente esa doctrina, sino a las "dicta­duras". Bajo esta palabra convencional masónica los rojos designan a las fuerzas anticomunistas o a las que no cooperan con ellos. A las dictaduras bolcheviques les llaman "democracias populares".

En esa junta de Panamá, en 1956, quedaron sentadas las bases —con aprobación de Eisenhower— para hostilizar internacionalmen-te a los gobiernos iberoamericanos que por apoyarse en sus propias fuerzas más que en las masónicas, y que por ser de duración inde­finida (tipo dictadura) constituyen un obstáculo para la comunización de Iberoamérica. Tales regímenes eran en 1956 los de Batista en Cuba; de Pérez Jiménez en Venezuela; de Rojas Pinilla en Colombia; de Trujíllo en la República Dominicana; de Somoza en Nicaragua y de Stroessner en Paraguay.

Los cuatro primeros fueron derrocados y en su lugar se establecie­ron regímenes comunistas o tolerantes con la infiltración gradual de procomunistas. Este proceso internacional para empujar a Iberoamé­rica hacia el marxismo se inició tiempo antes en México y en Argentina.

ARGENTINA.—Después de la caída de Perón (en la que jugaron papel decisivo los judíos Eduardo Vuletich y Abraham Krislavin por­que le fingieron lealtad para luego enredarlo en dificultades con los católicos), tomó el poder el israelita argentino Isaac Rojas y desde entonces comenzó a propiciarse en Argentina la proliferación del co­munismo. Más tarde subió a la Presidencia Arturo Frondizi, quien puso en marcha en 1958 el plan comunista del magnate Frigerio y del judío Hojvat, de Gringauz y de Marchinandiarena. El Padre Meinvielle es­pecifica que el supercapitalismo se acrecentó entonces en Argentina impulsado por el Banco Kuhn Loeb & Co. "Detrás de este superca­pitalismo financiero internacional judío —dice— está también el Departamento de Estado de los Estados Unidos, cuya buro­cracia ha sido denunciada repetidas veces como minada por los comunistas". El supercapitalismo operaba por un lado empobre­ciendo a las masas argentinas, en tanto que los agitadores rojos ope­raban por el otro moviendo a las masas hacia el comunismo. La in­filtración marxista se extendió a todos los sectores; la labor comuni-zante de la Facultad de Filosofía disfrutó de un subsidio de 260 mil dólares de la Fundación Ford, que desde la muerte de Henry Ford cayó en poder del supercapitalismo hebreo. Hasta el movimiento pe­ronista fue infiltrado por los rojos Buceta, Caballiere, Mell, Tedesco y Saúl Hecker, financiados por Silvio Frondizi, hermano del Presidente.

Alarmados ante la penetración roja, 33 obispos encabezados por el Cardenal Antonio Caggiano formularon una declaración el 20 de febrero de 1959 en que daban la voz de alerta y señalaban que ma­sonería y comunismo marchan en Iberoamérica hacia el mismo objetivo. Muy significativamente esa declaración fue silenciada por el monopo­lio informativo internacional de prensa. El mismo Cardenal Caggiano agregó después que la infiltración comunista está realizándose hasta en algunas escuelas religiosas de aquel país y en todas las clases so­ciales de América. Hizo ver que el bando no comunista carece actual­mente de unidad para hacerle frente a ese peligro.

Monseñor Antonio Plaza, arzobispo de La Plata, denunció en octu­bre de 1959 que la quema de iglesias el 16 de junio de 1955 no había sido obra de Perón, sino de masones que se ostentaban falsamente como peronistas. Luego reiteró su denuncia y aportó más datos y días después le fue colocada una bomba en el Palacio arzobispal, aun­que él resultó ileso.

Bajo el disfraz de "legalista", Frondizi aceleraba la marcha comu-nizante de Argentina, mientras su hermano Silvio abogaba públicamente (julio 21 de 1960) por la implantación en toda Iberoamérica de regímenes como el de Castro Ruz. Para 1962 la conjura Voja era ya tan evidente que ocurrió una reacción saludable en el Ejército y Fron­dizi fue derrocado. Los militares iban a formar una Junta de Gobierno que barriera con toda la infiltración marxista, pero en ese momento intervino el Departamento de Estado Americano amenazando con sus­pender toda la ayuda financiera .si se rompía "el orden constitucional", y en esta forma logró que se quedara de Presidente el Vicepresidente Guido, que «s de la gente de Frondizi. El avance comunista fue con­siderablemente frenado, pero la conjura siguió adelante con los judíos Bezronik, Goldbard y Siwak, en las finanzas, y con numerosas células en universidades, sindicatos, periódicos y cuarteles.

Bajo el régimen del Presidente Arturo Illía la penetración comunista fue tomando mayor fuerza y se puso de manifiesto que uno de sus protectores era el "genio financiero" judío Simón Golchausky, .quien ¡unto con otros congéneres suyos ayudaba con fondos de la financiera "Capital, S. A.", del Banco Para el Comercio de Suiza e Israel, de la Toremgh Trade Bank, de la Mortgagzano Bank y de otras casas bancarias.

En junio de 1966 el régimen de Illía fue derrocado por el ejército argentino, el cual acabó con la poderosa célula comunista que operaba en las universidades, bajo la protección de la "autonomía". El mono­polio internacional informativo acusó al nuevo régimen (encabezado por el general Onganía) de ser una dictadura. La Alianza Israelita, lo mismo que el Departamento de Estado americano, se movieron activa­mente para presionar a Onganía e impedir que las financieras judías (patrocinadoras de la infiltración comunista) fueran a ser intervenidas, como se rumoreaba.

VENEZUELA.—Bajo el gobierno de Pérez Jiménez no existía en este país agitación comunista, la cual nunca logra prosperar si ca­rece de apoyo oficial. Pero al ser derribado ese régimen, bajo la su­gestiva bandera de que era una "dictadura", el nuevo gobierno de. Betancourt toleró la infiltración marxiste, que bien pronto controló el Congreso y los sindicatos. El avance de la conjura roja es atacado en alguno de sus efectos, pero no en el fondo de donde emana. Los núcleos nacionalistas sí son anulados eficazmente. Hay frecuentes bro­tes de terrorismo y malestar económico. Con el vistoso argumento de la "autonomía" universitaria, la Universidad de Caracas fue conver­tida en bastión de conspiradores rojos.

Una capciosa propaganda hacía correr el sofisma de que el terror comunista no podría suprimirse mientras no se implantaran "reformas sociales" (precisamente "reformas" de tendencia marxista).

La situación fue empeorando hasta que a fines de 1966 hubo un nuevo desembarco de terroristas provenientes de Cuba, al mando de Luben Petkoff. Los asesinatos y atentados dinamiteros iban en aumento y la Universidad Central de Caracas era refugio de varios de los te­rroristas. El ejército venezolano hizo a un lado la llamada "autonomía" . y ocupó la Universidad, donde fue hallada gran cantidad de armas, automóviles robados y un cementerio clandestino. Periódicos tradicio-nalmente conservadores como "Excélsior" y "Ultimas Noticias" (ya infiltrados por comunistas), ocultaron, todas las informaciones acerca de esos sucesos.

COLOMBIA.—En los últimos seis años el comunismo ha ganado terreno en todos los sectores y ha redoblado su propaganda. El mo­vimiento Revolucionario Liberal hace franca campaña marxista y nu­merosos agentes rojos actúan en el "MOEC", que agrupa obreros, estudiantes y campesinos. Sin embargo, a mediados de 1964 el ejér­cito ha limpiado de guerrillas comunistas a la región de Marquetalia.

CHILE.—Bajo la presión masónica internacional el Partido Comu­nista fue legalizado en 1958. Cuando un país no permite la conspira­ción marxista es acusado de mil modos y tachado de "dictadura". Los agentes rojos se han infiltrado en el Frente de Acción Popular, en la Federación del Trabajo y entre los mineros chilenos. Actualmente tratan de popularizar el falso planteamiento de que para combatir al comunismo es necesario implantar la Reforma Agraria política que tan nefastos resultados da en la URSS, en Polonia, Alemania cautiva, China roja, etc. las componendas de partidos y los artilugios de la propaganda han dado buen resultado a los marxistas, entre los cuales figura Pablo Neruda, judío-chileno, cuyo verdadero nombre es Neftalí Reyes Basualto. Lo mismo que en Venezuela, Italia y otros países, en Chile los comunistas han logrado infiltrarse profundamente en el movimiento "De­mócrata-Cristiana", desde el cual desorientan a los católicos y van orillándolos hacia el comunismo. Sutilmente atacan la economía libre hablando de un "mundo 'comunitario"; censuran indirectamente a la Iglesia proclamando el "progresismo" y ya se dio el caso de que cola­boraran con los marxistas para abolir la Ley 5839 que protegía al país contra la conspiración roja tendiente a derrocar las instituciones e instalar un régimen soviético.

En los primeros meses de 1965 el régimen "democristiano" de Frei daba los primeros pasos para instaurar el "estatismo", a la vez que ini­ciaba componendas con la URSS y con Castro Ruz, con los cuales Chi­le no tenía antes relaciones.



Uno de los promotores de la "Democracia-Cristiana" política fue el sacerdote Felicidad Roberto de Lammenais. Censurado por el Papa Gregorio XVI en 1833. Lammenais rompió con la Iglesia. Después el Papa León XIII precisó que "es ilícito desviar hacia un sentido polí­tico el término de democracia-cristiana" (Encíclica Graves de Com-muni, 1901), pero un movimiento internacional .lo está haciendo así, impulsado por comunistas más o menos bien disfrazados, conscientes de que flanquear, infiltrar y minar al catolicismo es menos ?costoso que atacarlo abiertamente. Por eso el cardenal chileno José María Caro Rodríguez dijo: "No son los rojos los que han cambiado de rumbo, sino los demócrata-cristianos los que están acortando las distan­cias para acercarse a los materialistas ateos".

GUAYANA BRITANICA.--EI"conocido marxista Cheddi Jagan, casado con la judía Janet Rosenberg (de la famosa familia de espías comunistas atómicos), tomó el poder de la Guayana y poco después (1962) hubo un levantamiento popular anticomunista que estaba a pun­to de derrocarlo, pero entonces Inglaterra envió tropas aerotrans­portadas y Jagan fue sostenido en el poder. En abril de 1963 Jagan estuvo nuevamente en peligro de ser derrocado por el pueblo cuando trató de someter a los sindicatos obreros al control comunista, y en­tonces la URSS le envió armas para afianzarlo en el mando.

Por la Guayana pasan pertrechos y agentes procedentes de Cuba para alimentar el terrorismo en Venezuela y la agitación en Brasil.

BOLIVIA.—Después de la revolución de 1952 y de la consabida "Reforma Agraria" que realmente no busca mejorar al campesino sino utilizarlo como instrumento político, la penetración marxista aumentó velozmente y creó fuertes milicias rojas. Los procomunistas del Depar­tamento de Estado americano estuvieron financiando con más de 160 millones de dólares al régimen procomunista boliviano. El avance de la conjura roja se atribuía a la miseria, cosa falsa, pues no son los pobres los que la promueven ni quienes se benefician con ella. Cuando ya Bo-livia parecía que iba a quedar bajo un fuerte régimen comunista, el Ejército derrocó a Paz Estenssoro e hizo retroceder a los marxistas.

BRASIL.—Con su enorme superficie de 8 millones y medio de kiló­metros cuadrados y su población de cerca de 70 millones de habi­tantes, este país fue durante varios años empujado por su gobierno hacia e! comunismo. Durante 16 años el Departamento de Estado ame­ricano le suministró más de tres mil millones de dólares, en su mayor parte utilizados por los presidentes Kubitschek, Quadros y Goularl para abrirle camino al comunismo. A fines de 1961 el Ejército derrocó al presidente Quadros, evidentemente marxiste, pero en el acto hubo gran presión del Departamento de Estado americano para que subie­ra el Vicepresidente Goulart, también marxista. Para afianzar la he­rencia del comunismo el Departamento de Estado invocó el sacrosan­to respeto a la Constitución, mismo que no se toma en cuenta cuando se trata de derrocar a los regímenes no comunistas como los de Perón, Pérez Jiménez, Batista, Trujillo y Rojas Pinilla. En su tarea de gradual comunización pacífica del Brasil el régimen de Goulart disfrutó en abril de 1962 de un nuevo crédito de 260 millones de dólares, que le con­cedió Kennedy, con gran descontento de los sectores anticomunistas de Estados Unidos.
Gracias al patrocinio oficial la infiltración roja cundía en Brasil en los altos puestos gubernamentales, en la Banca, en la Juventud Uni­versitaria Católica, en la Juventud Demócrata-Cristiana y hasta en las iglesias. Michael von Roeder Michels (hebreo) encabeza la Iglesia "Católica" Cismática ¡unto con el obispo excomulgado Carlos Duarte Costa.

Cuando la situación era ya muy grave y Goulart estaba a punto de entregar el país a una comunización violenta, el Ejército volvió a ac­tuar para salvar a la nación, derrocó a Goulart e hizo una limpia de traidores (abril de 1964). En los últimos años esta ha sido la más grave derrota del comunismo internacional, el cual llama "gorilas" a los mi­litares.

En 1966 la 5a. columna roja se hallaba empeñada en Brasil en lograr una escisión dentro del Clero y en enfrentar a una parte de éste con las fuerzas que se oponen al comunismo. Tal maniobra se encubre con un falso humanitarismo que usa de estandarte a los pobres y habla de 'injusta distribución de la riqueza", precisamente en regiones donde la falta de producción es causa de que no haya riqueza.

GUATEMALA.—En 1951 el Presidente Jacobo Arbenz, de origen judío, acentuó los aprestos para conducir al país gradualmente hacia el comunismo. Pero en 1954, aprovechando la alarma que provocó en Estados Unidos la capitulación de Occidente en Indochina, las fuer­zas patrióticas norteamericanas ayudaron al general Castillo Armas a derrocar al régimen de Arbenz, que carente de apoyo popular se desplomó rápidamente. Los jefes judíos guatemaltecos Jacobo Arbenz, Jaime Rosenberg, Rogelio Wer y Jacobo Sánchez huyeron al extran­jero y quedó al descubierto que la Gran Logia Masónica de Guatemala estaba cooperando secretamente en la comunización del país. Castillo Armas la disolvió y tiempo después fue asesinado.

Luego siguió el régimen de Ydígoras y cuando éste tocaba a su fin el comunismo internacional trató de recuperar el terreno perdido en Gua­temala valiéndose de la candidatura de Juan José Arévalo, pero nueva­mente el Ejército salvó al país. En marzo de 1963 tomó el poder el coro­nel Peralta Azurdia. En 1966, bajo persistente presión internacional, se le dio posesión como presidente a Méndez Montenegro, simpatizante procomunista. Los guerrilleros rojos aumentaron sus actividades y en el Congreso fue borrado el lema que decía: "Dios, Patria, Libertad".

ECUADOR.—Como en todas partes donde el comunismo avanza, altas esferas políticas ecuatorianas lo estaban protegiendo. El 23 de diciembre de 1960 el Cardenal Carlos María de la Torre advirtió: "El gobierno se cruza de brazos ante el peligro comunista. Falta gravemente a sus deberes de velar por la salud de la Patria, su liber­tad y su independencia".
Un movimiento militar frenó la conspiración roja, pero ésta halló nuevos cauces y siguió adelante haciéndose sentir en diversas dosis en la Confederación de" Trabajadores, en el Partido Socialista Revo­lucionario, en el Movimiento Universitario Revolucionario, en Restaura­ción Democrática Arosemenista, etc. El Ejército actuó nuevamente en defensa del país y derrocó al Presidente Julio Arosemena. (La conspiración roja trata ahora de restaurar su influencia).

PERÚ.—Con motivo de las elecciones de 1962 iban a mejorar su posición los comunistas, pero una rebelión de militares frustró la maniobra. Entonces los procomunistas del Departamento de Estado ame­ricano trataron de anular el triunfo de los militares peruanos y se re­sistieron a reconocer a la Junta de Gobierno, pero luego tuvieron que ceder ante la presión de los propios círculos patrióticos norte­americanos, enemigos del bolchevismo.

Los rojos peruanos han tratado de mover guerrilleros y se han in­filtrado en los "Demócrata-Cristianos" para cooperar con el Partido Comunista, en cuya labor los ha auxiliado el sacerdote Salomón Bolo, simpatizador del régimen castrista.

(El Salvador, Nicaragua y Paraguay han opuesto considerable re­sistencia a la conspiración internacional comunista, aunque siguen ama­gados por células rojas que se disfrazan de nacionalismo y humanismo para engañar y arrastrar consigo a estudiantes y a diversos grupos conservadores).

CUBA.—El 26 de julio de 1953 fracasó un asalto contra el cuartel Moneada, en Santiago de Cuba. Fidel Castro —que ya en 1948 ha­bía participado en el golpe comunista de Bogotá— cayó prisionero, fue indultado por Batista y reanudó su conspiración en La Habana. En 1955 se trasladó a México, en donde tuvo el amparo de eminentes políticos masones y ¡unto con 60 hombres recibió instrucción de guerrillero en el rancho de Chalco, Estado de México, de parte del se­fardita Alberto Bayo. El 25 de noviembre (1956) zarpó de Tuxpan en el yate "Gramma", provisto de armas y parque, desembarcó en Cuba, fue bendecido por la Logia "Juventud en Evolución" y se es­condió en la Sierra Maestra, en compañía de cabecillas rojos tan co­nocidos internacionalmente como el judío argentino Ernesto "Che" Guevara Lynch, que al igual que Castro Ruz estuvo fingiéndose ca­tólico.

Inmediatamente después los agentes fidelistas comenzaron a colo­car bombas en cines, estaciones, etc., para matar gente inocente y provocar escándalo y terror. Al mismo tiempo altos círculos de Wash­ington lograban que se prohibiera la venta de armas y municiones al gobierno de Batista, en tanto que Castro Ruz las recibía de contra­bando, un contrabando que la flota americana "no pudo" impedir en el reducido tramo del Estrecho de Florida.

A continuación el periodista judío-americano Herbert Mattheus entrevistó a Castro Ruz en su escondite de la sierra y el poderoso periódico "The New York Times", también judío, lo aclamó como un adalid de la democracia y la libertad. Lo secundaron otros muchos diarios y revistas judías, la Sociedad Interamericana de Prensa (de igual inspiración) y las agencias informativas de Prensa, hasta formar­le una aureola de heroísmo.

Manipulada ya la "opinión pública" —es decir, DESINFORMA-DA—, el tercer acto corrió a cargo del Embajador de Eisenhower, Earl T. Smith, que presionó a los jefes militares para que negociaran con Castro Ruz. Conseguido esto, el propio Smith se entrevistó con Batista y con el ministro de Relaciones. "Él embajador pidió disculpas por lo que iba a decir —refiere Batista— y nos dijo... que Wash­ington consideraba terminado mi Gobierno".

El régimen rodó así por el suelo y el pueblo cubano creyó hallarse ante el milagro de un heroico David que había vencido al gigante Goliat, y lo aclamó alborozado.

Detrás de todo ese teatro gigantesco resurgió en Cuba el Partido Comunista y los líderes rojos se acomodaron en el ejército, en las cen­trales obreras y en toda la administración. Su triunfo lo celebraron simbólicamente con matanzas colectivas de prisioneros y luego con ejecuciones sumarias de más de 600 reos.

La American Red Mogen David for Israel, de Nueva York, demostró inmediatamente sus simpatías por el castrismo (que en tres días ma­taba más gente que la Inquisición en tres siglos) y la Nicaro Nickel del gobierno americano, el Banco de Boston, el National City Bank of New York y otras poderosas instituciones le adelantaron dinero a cuenta de impuestos. En seguida Castro Ruz afirmó su dominio median­te armas que recibió de Estados Unidos y Noruega, y después de Luxemburgo, Bélgica y la URSS.

Durante su lucha por el Poder, Castro Ruz tuvo la ayuda de nume­rosos "demócrata-cristianos" que ahora se hallan ya identificados co­mo marxistas. Por ejemplo, José María Aguilera, actual ayudante del líder máximo de la CTC; José Llanuza, Ministro del Deporte; Andrés Vilariño, jefe de la Universidad de La Habana, y otros de menor al­curnia. Hubo también numerosos católicos cuya buena fe cayó en las asechanzas de los emboscados y que cooperaron con el castrismo.

Resulta que la primera fase del procomunismo en Iberoamérica se está disfrazando de catolicismo o de humanismo, pero a medida que avanza va revelando su esencia anticristiana. En cuanto Castro Ruz se sintió con suficiente fuerza armada expulsó del país a 110 sacerdo­tes y a cientos de monjas. Suprimió los colegios católicos y comenzó a implantar clases de ateísmo. Por ejemplo, se indicaba a los párvulos que rezaran y pidieran a Dios unos helados porque hacía mucho calor. Después de una hora los helados no llegaban y entonces se le indicaba a un alumno que los pidiera telefónicamente a Castro o a algún otro ¡efe comunista, y los helados llegaban en veinte minutos. Eso era una prueba palpable de la inexistencia de Dios y de la benevolente exis­tencia de Castro.

El jefe de la Fuerza Aérea Cubana, Pedro Luis Díaz Lanz, huyó a Es­tados Unidos y denunció pormenorizadamente la comunización de su país. Y ante el deseo público americano de que se rescatara a Cuba del bolchevismo, el Presidente Eisenhower dijo el 15 de julio (1959): "Las acusaciones de 'infiltración comunista en el Gobierno de Cuba no son fáciles de probar".

El primero de septiembre de 1960 el senador americano James Eastland reveló que una investigación practicada por la Subcomisión de Segundad Interior, del Senado, demostraba que "el Departamento de Estado americano había derribado a Batista e instalado a Cas­tro Ruz como dictador de Cuba, obrando con pleno conocimiento de causa, a sabiendas de que era marxista y de que había asesi­nado en Bogotá —1948— a un cura y dos monjas... La persona que realizó la deposición de Batista fue el embajador norteame­ricano en Cuba, Earl Smith".

El ex embajador Smith declaró ante la Subcomisión Senatorial de Seguridad que él había informado al Departamento de Estado acerca de la inclinación comunista del guerrillero Castro Ruz, pero que se le dieron instrucciones de quitarle a Batista todo apoyo. "Ayudamos a derrocar la dictadura de Batista, que era proamericana, sólo para ins­talar la dictadura de Castro, que es prosoviética". Agregó Mr. Smith que las leyes americanas de neutralidad se habían aplicado escrupu­losamente en perjuicio de Batista, pero no de Castro Ruz. Rubbotom era uno de los funcionarios del Departamento de Estado más compro­metidos en estas traiciones.

El ex embajador americano en México, Robert C. Hill, también de­claró ante el Senado que el Departamento de Estado había apoyado el ascenso de Castro Ruz y que "la libertad de todo el Hemisferio Occidental está en grave peligro si no se hace algo en relación con Cuba".

Entretanto, ya montada su maquinaria de terror, Castro Ruz acele­raba en 1960 el plan internacional de comunizar a Cuba como base para la comunización de todo el bloque iberoamericano. El laicismo escolar ha sido sustituido por la educación procomunista. La "Reforma Agraria" va suprimiendo la pequeña propiedad y se encamina al es­tablecimiento del "koljós" soviético. Las elecciones han sido proscritas. Toda oposición al régimen o todo movimiento anticomunista es califi­cado de "antirrevolucionario" y puesto fuera de la ley.

Especialistas judíos procedentes de la URSS, de Polonia y de Ale­mania Oriental, y peritos de China Roja, han entrado en gran número a Cuba y sin exhibirse están trabajando silenciosamente en la organi­zación del nuevo Estado, en el Instituto de la Reforma Agraria y en la Policía, en tanto que un número creciente de jóvenes cubanos es en­viado a comunizarse en la URSS. El control estatal de la contratación del trabajo comienza ya a perfilarse para acabar con el obrero independiente. Las huelgas están prohibidas. Una poderosa maquinaria de publicidad va surgiendo para desinformar, confundir y controlar las mentes de la masa, incluso con el nuevo sistema de la sugestión sub­consciente.

La organización G-2 (asesorada por judíos-rusos) infiltra agentes es­pecializados en todas las actividades sociales, muchos de ellos disfra­zados de oposicionistas al régimen, con el objeto de descubrir los nú­cleos de resistencia y liquidarlos.

Durante 1960 hubo en Cuba tres pastorales contra la subyugación comunista del país —una de ellas colectiva, en el mes de agosto—, y ninguna ha recibido la menor muestra oficial de simpatía en los 20 países de la Organización de Estados Americanos, que se ostentan tan amantes de la libertad en toda nación donde la libertad se halla limi­tada con perjuicio de los rojos, pero no donde se halla suprimida en beneficio de ellos.

Es significativo que Maurice L. Perlzweig, representante del Con­greso Mundial Judío ante la ONU, estuvo en Cuba en enero de 1960 y declaró entusiasmado: "Hablaré la verdad de Cuba y de su revolu­ción humanista porque le haré justicia afirmando que aquí hay plenas libertades". (1)

(1)"Vida de México", enero 8 de 1960.—Publicación israelita editada en México.

Ante la creciente presión de círculos americanos ajenos a la conspi­ración marxista, Eisenhower promovió una reunión de los 21 países de América, en San José, Costa Rica, para discutir el caso de Cuba pero ' la acción fue desviada hacia un rompimiento colectivo con la Repú­blica Dominicana, y a Castro Ruz no se le tocó ni con el pétalo de una rosa. (A la República Dominicana se le acusó de intervenir en Vene­zuela, pero es el caso que Castro Ruz había intervenido impunemente en Panamá, en Nicaragua y en la propia República Dominicana, y des- . pues lo hizo también en Venezuela y Guatemala alentando abierta­mente el sabotaje y la subversión).

El senador Alien J. Ellender (agosto 24 de 1960) censuró la política •de Estados Unidos en dicha ¡unta y la señaló como encaminada a la ' bancarrota del país y al nacimiento de otra tiranía roja en la República Dominicana. El prominente senador James O. Eastland —presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos— agregó que todo era obra del "mismo grupo" de traidores del Departamento de Estado americano, que había entregado Cuba al comunismo.

Para proteger al marxismo en Cuba se ha hecho ondear la patraña de la -"no intervención", principio que ¡amas se practica cuando se trata de acosar y derrocar a regímenes no gratos al marxismo. En mo­mentos en que el comunismo internacional está interviniendo en contra del pueblo cubano, no es válido que América se cruce de brazos con el pretexto de la "no intervención". En este caso la "no intervención" es sólo el ropaje de la complicidad con el marxismo.

El 19 de febrero (1961) el Senado americano reveló un testimonio en que el ex embajador William D. Pauley relata pormenorizadamente una serie de traiciones cometidas en los últimos 12 años para propiciar el avance comunista en Asia y en Iberoamérica. Pauley acusó concre­tamente a James E. Webb, luego funcionario de Kennedy, a William Wieland, funcionario del servicio diplomático, al periodista Herbert Matthews, al líder obrero George Michanovsky, y a algunos otros.

En vísperas del cambio de poderes en Estados Unidos (fines de 1960 y principios de 1961) se hacían planes en el Pentágono (Alto Mando de las fuerzas armadas norteamericanas) para ayudar a los anticomu­nistas cubanos. Al mismo tiempo en La Habana decenas de millares de personas gestionaban visas para emigrar. En ese crítico momento Ei-senhower rompió relaciones con Cuba, y como esto no fue seguido de ninguna otra acción, sólo benefició a Castro Ruz, pues por una parte apaciguó a los auténticos anticomunistas norteamericanos y por la otra frustró la emigración de cientos de miles de cubanos. Ahora sólo unos cuantos logran asilarse en las 6 embajadas que quedan en La Habana o escapar en lanchones.

Los aprestos de algunos jefes militares americanos para ayudar a los cubanos que tratan de liberar a su país continuaron adelante, pero a principios de abril fue detenido en Florida uno de los más activos jefes cubanos, o sea Rolando Masferrer, y el día 12 Mr. Kennedy presentó tal cosa como un escarmiento para quienes soñaron en "montar una ofensiva contra el gobierno de Fidel Castro".
A pesar de ese tropiezo, 5 días después se inició la expedición li­bertadora, pero sólo partió la columna de 1,200 cubanos que se halla­ban en las islas de Grand Corn y Little Corn, y no los 7,000 que de­seaban hacerlo desde Florida y que fueron inmovilizados por órdenes de Kennedy, quien invocó las leyes de "neutralidad". Además, se im­pidió que radiaran órdenes al movimiento de resistencia en Cuba, de tal manera que éste no pudo iniciar un levantamiento en coordinación con el débil desembarque libertador de Bahía de Cochinos.

Y por si eso no bastara, Kennedy canceló a última hora el apoyo aéreo que el Pentágono había ofrecido a los anticastristas, de tal manera que éstos quedaron a merced de los tanques y aviones soviéticos y fueron aplas­tados. Ni siquiera permitió Kennedy que en la operación participaran los aviones cubanos anticastristas que poco antes habían huido de Cu­ba, y tampoco permitió que acudieran aviones a última hora a rescatar a los expedicionarios, por lo cual todos fueron capturados. Al mismo tiempo el movimiento de resistencia cubano, desorientado por la in­tercepción de órdenes realizada en Florida, cayó en poder de Castro Ruz, el cual detuvo a 250,000 personas y las encerró hasta en teatros y campos deportivos.

Kennedy calmó luego a la opinión pública americana diciéndole que él asumía la responsabilidad de lo ocurrido y que una nueva acción se realizaría para liberar a Cuba, lo cual no cumplió. El presidente del comité nacional del Partido Republicano, Mr. William E. Miller, dijo el 11 de junio que al cancelar Kennedy a última hora el apoyo aéreo a los anticastristas, había condenado la operación al fracaso. Esto lo reiteró el senador Hugh Scott. Y el senador Rusell B. Long agregó que Kennedy había sido influido desastrosamente por su consejero Steven-son, cosa que reiteró el escritor americano Nathaniel Weyl. ("La Es­trella Roja Sobre Cuba").

Así fue frustrada, desde la Casa Blanca, la liberación de Cuba. Las PALABRAS contra Castro Ruz valen bien poco mientras vayan segui­das de ACTOS EN SU FAVOR.

Ninguno de los numerosos levantamientos ocurridos en Cuba desde 1960 ha contado con la ayuda del Departamento de Estado americano, no obstante que hubiera sido facilísimo apoyarlos desde la base ame­ricana de Guantánamo, establecida en Cuba. En cambio, se ha dado apoyo a falsos anticastristas para que provoquen divisiones entre los propios exiliados. Para liberar a Cuba bastaría con dar público y de­cidido apoyo político y militar aja población anticastrista. Por el con­trario, el Departamento.de Estado americano se ha convertido en pro­tector de Castro.

Mientras tanto, van estrechándose más las cadenas alrededor del pueblo cubano. La vieja creencia de que un régimen no se sostiene contra la oposición de las mayorías no es ya válida bajo las tiranías rojas que han tecnificado terror y propaganda para la subyugación de las masas.

Peritos llegados de la URSS se han encargado de esa tarea en Cuba y entre ellos figura Fabio Grobart, judío polaco entrenado en Moscú, cuyo verdadero nombre es Abraham Zincowich, con más de veinte años de residencia en Cuba. Zincowich actúa desde las sombras y co­locó como ¡efe del Partido Socialista Popular (comunista) a un hombre de su confianza, Blas Roca, llamado en realidad Francisco Calderio. Así las cosas, resulta muy natural que el Congreso Judío Mundial reu­nido en Ginebra declarara el 20-de diciembre (1961) que "en Cuba no hay antisemitismo... al contrario, estamos satisfechos porque el régimen en el poder está dedicado a suprimir toda forma de discrimi­nación racial". Igualmente explicable es que (enero 18 de 1962) la Fe­deración de Entidades Culturales Judías de Argentina hiciera una ex­hortación para que no se adoptara ningún acuerdo contrario al ré­gimen marxista-leninista de Castro Ruz. Y en marzo el Presidente del Congreso Judío Mundial, doctor Nahum Goldman, declaró que la co­munidad judía de Cuba no tenía nada que sentir del castrismo.

Por otra parte, como consecuencia de la alarma continental, porque la desventurada Isla es un arsenal de armas, propaganda y agitadores para la comunización de Iberoamérica, en enero de 1962 se efectuó en Punta del Este, Uruguay, una segunda asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) para juzgar al castrismo. Pero en vez de acordarse un rompimiento colectivo de relaciones diplomáticas y comerciales (como se había hecho con Trujillo en 1960) sólo se excluyó a Cuba de la OEA, lo cual prácticamente no significa nada, pues su acción sobre Iberoamérica no la ejerce a través de la OEA, sino de sus propios agentes conspiradores y embajadas.

A mediados de 1962, mientras que el pueblo cubano sufría un ra­cionamiento de víveres más desesperante, mientras los reos políticos aumentaban a cien mil y los fusilamientos proseguían, en los círculos patrióticos de Estados Unidos comenzó a aumentar la inquietud por la creciente llegada de armas y peritos-militares soviéticos a Cuba. Ken­nedy pretendió adormecer esa inquietud diciendo que Castro sólo recibía "armas defensivas", pero el Pentágono (fuerzas armadas nor­teamericanas) produjo una terrible conmoción en octubre al demostrar que se trataba de bombarderos y cohetes atómicos cuyo radio des­tructivo abarcaba Estados Unidos, México y Panamá. Repentinamente el caso Cuba pasó de ser problema político a ser problema militar y esto dio oportunidad a los militares americanos para intervenir más en la crisis, al grado de que Kennedy y hasta sus consejeros judío-marxistas se vieron presionados y dando un rápido cambio hablaron dura­mente contra Castro.

Krushchev había dicho (julio 9 de 1962) que si "las fuerzas agresivas del Pentágono" se atrevían a actuar en Cuba, haría llover cohetes ató­micos contra Estados Unidos, pero su baladronada se vino abajo el domingo 28 de octubre al enterarse de que ya estaban embarcándose tropas americanas para liberar a Cuba en la noche de ese día. Inme­diatamente Kruschev ofreció retirar sus cohetes atómicos de Cuba, ya sin la condición que había puesto 48 horas antes, de que el Pentágono abandonara sus bases en Turquía. Fue una media vuelta completa, ri­dicula después de las amenazas de julio, y demostró que ef comunismo no puede hacer frente a una acción decidida y auténtica de Norte­américa.

Tras el ridículo de Krushchev, los procomunistas del Departamento de Estado americano y el grupo rooseveltiano entraron al "quite", ale­gando que "ya no era necesaria" la acción que los militares tenían pre­parada para desembarcar en Cuba, sacaron el problema de la esfera militar y lo regresaron a la esfera política, en donde la ONU pudo in­tervenir nuevamente en favor de Castro. Kennedy aprovechó la co­yuntura para ofrecerle a Krushchev que no apoyaría ni permitiría nin­gún movimiento para liberar a Cuba. El comunismo sacrificó prestigio y algunos cohetes en Cuba, pero logró sortear la crisis de octubre-noviembre y conservar esa base contra el hemisferio occidental.

Los más salientes sucesos a este respecto, en 1963 y 1964, pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

31 de enero de 1963. Hay cerca de treinta mil soldados soviéticos de ocupación en Cuba.

30 de marzo. Los departamentos de Estado y de Justicia de E. U. anuncian que impedirán todo acto hostil contra Castro Ruz, desde territorio americano. (Luego se anuncia que serán castigados los americanos que ayuden en dichos actos).

I9 de abril. Inglaterra secunda la política de Kennedy contra los cu­banos anticastristas.
10 de abril. Kennedy presiona a la Asociación Internacional de Esti­badores para que cese su boicot contra los barcos que llevan ayuda al régimen castrista.

8 de mayo. Muy blando con Castro, Kennedy muestra mano de hie­rro acerca de las dificultades entre israelíes y sirios, al anunciar que "en caso de agresión o preparación de agresión directa o indirec­ta", apoyaría a Israel a través de la ONU y tomaría "otras me­didas por nuestra cuenta".

20 de mayo. Pesqueros soviéticos llevan armas y agentes a diversos países de Iberoamérica.

22 de mayo. Los cubanos fusilados (con juicio y sin juicio) ascienden a 7,121, además de 2,862 muertos en guerrillas. Otros 81,706 se hallan presos y veinte mil más desaparecieron y no se conoce su suerte.

5 de junio. Nuevas evidencias en la Agencia Central de Inteligencia, de Estados Unidos, de que aún hay cohetes soviéticos de gran al­cance en Cuba.

7 de agosto. Policías cubanos y tropas soviéticas frustran un levan­tamiento contra Castro. Muchos oficiales y marinos cubanos son detenidos.
Septiembre y octubre. Nuevos guerrilleros y desembarques anticastristas en Cuba. No recibieron ningún apoyo exterior y fueron com­batidos por milicianos de Castro y por tropas soviéticas. Octubre. Estados Unidos permite que barcos de países occidentales lleven ayuda al régimen castrista. Se deroga el boicot económico que jamás llegó a aplicarse íntegramente.

Enero a junio (1964). Con base en la ayuda que la Casa Blanca da a la dictadura soviética, Inglaterra, Francia y otros países auxilian comercialmente a la dictadura castrista. La flota inglesa impide nue­vos ataques de anticastristas. Se restringe la vigilancia aérea y marí­tima de E. U. sobre Cuba. Millares de dinamiteros y agitadores son entrenados en la isla para activar la conspiración en Iberoamérica. Juana Castro Ruz, hermana del dictador, huye a México y ratifica que su país vive bajo el terror comunista (junió 29).

Agosto (día 18). El Dr. Zev Katz, editorialista del diario "Haaretz" y miembro del comité central del Partido Liberal Israelí, asistió a las fiestas castristas del 26 de julio y declaró en La Habana: "Espero en América un camino similar al ocurrido en Cuba, dado que la polí­tica actual en el hemisferio sólo se encamina a beneficiar los intere­ses de Estados Unidos".

Agosto de 1964 a diciembre de 1966. Continuó la represión en todas sus formas, el terror y el racionamiento. Se acentuó la enseñanza anticatólica. En un congreso Tricontinental se acordó impulsar la subversión en Iberoamérica y consecuentemente se instaló una es­cuela de terroristas y saboteadores, dirigida por peritos soviéticos a las órdenes de Jaroslav Valenkezsky. El Fondo Especial de la ONU, a cargo de Paul Hoffman, siguió prestándole ayuda a Castro Ruz. Este afirmó (diciembre 12 de 1966) que en octubre de 1962 celebró un pacto secreto con la Casa Blanca, según el cual EE.UU. se com­prometió a no apoyar ningún movimiento tendiente a cambiar el ré­gimen cubano.

DISCREPANCIAS MOSCU-PEKIN.—En los últimos años se ha abier­to una cuarteadura (no rompimiento) en el bloque comunista. La URSS marcha de acuerdo con el Departamento de Estado americano en una comunización gradual, disfrazada de "coexistencia" y progresismo, con preferencia temporal por la táctica de infiltración y fabianismo. China Roja, en cambio, quiere que no se aplace por más tiempo la etapa violenta de la Revolución Mundial marxista. No hay diferencia ni desacuer­do acerca de la meta, sino de la táctica. Esto explica que el Departa­mento de Estado americano haya tolerado los bombardeos americanos al Vietcong (base de China Roja) y en cambio se haya opuesto denoda­damente a cualquier acción efectiva contra Cuba roja (base de la URSS), no obstante que Cuba es más peligrosa para América que el Vietcong.
La URSS es manejada casi totalmente por políticos-hebreos, en tanto que China Roja tiene pocas células de ese tipo y primordialmente es manejada por chinos marxistas-leninistas.

REPÚBLICA DOMINICANA.—Aunque el dictador Rafael L Trujillo pertenecía a la masonería, no se hallaba muy de acuerdo con ella y se oponía a la consigna de alentar la infiltración marxista en su país. Desde 1956 sus relaciones con el Departamento de Estado americano comenzaron a enfriarse y en agosto de 1960 la Organización de Es­tados Americanos (OEA) acordó que todos los países del Continente rompieran con él sus relaciones diplomáticas y comerciales. En este caso no se invocaron la "no intervención" ni "la libre autodetermina­ción de los pueblos" y se sumió a la República Dominicana en una crisis económica catastrófica. En realidad a Trujillo se le condenó unánimemente por anticomunista, no por "dictador", pues a la vez se mantenían relaciones con las dictaduras de Castro, de Tito, de Krush-chev, etc., etc.

Nueve meses después del bloqueo total, Trujillo fue asesinado. Que­daron al frente de! país el presidente Balaguer y el general Rafael Trujillo Jr. y continuaron la misma política reacia al comunismo, cosa que la OEA y el Departamento de Estado americano siguieron ca­lificando de "dictadura". El 18 de noviembre de 1961 el Secretario de Estado americano, Mr. Rusk, insinuó el probable envío de tropas yanquis a la Dominicana para expulsar al gobierno de Balaguer, y de­mostrando que esto no eran simples palabras, envió barcos de guerra a las costas dominicanas, incluso el crucero "Little Rock", de proyec­tiles teledirigidos, a la vez que aviones de chorro volaban sobre Santo Domingo. Esto determinó que el general Trujillo Jr. saliera del país y que el naciente movimiento procomunista "14 de junio" cobrara fuer­za. Hubo luego varios conatos de motines rojos.

Alarmado por esos sucesos el general dominicano Pedro Rodríguez Echavarría, ¡efe de las fuerzas armadas, apoyó a Huberto Bogaert para formar una junta de gobierno que se opusiera a la comunización del país, y el nuevo presidente Bogaert anunció el 17 de enero (1962) que había anulado "la conspiración internacional para hacer de la Dominicana otra Cuba".

Pero inmediatamente el Secretario Rusk, del Departamento de Es­tado americano, anunció que no reconocía al nuevo gobierno dominicano, que no se le daría ayuda económica y que estaba considerándose nuevamente el envío de la flota americana a las costas de la República Dominicana. Nadie chistó sobre "la no intervención" y "la autodeterminación de los pueblos" y el gobierno de Bogaert dimitió ante las amenazas. En su lugar surgió otra Junta de Gobierno enca­uzada por Rafael Bonnely, que dejó sin aplicación las leyes antimarxistas y permitió la infiltración roja en todos los sectores. Agitadores orno Manuel lavares, López Molina, Juan Bosch y otros muchos pu­lieron actuar ya impunemente.

Entonces sí, el Departamento de Estado americano reconoció al nuevo régimen y comenzó a darle dólares; la OEA le abrió las puertas y todos los países del Continente e aprestaron a reanudar relaciones con la Dominicana.

A principios de 1963 el procomunista Juan Bosch fue llevado a la residencia y aceleró el proceso inicial de comunización. El 26 de abril el Episcopado dominicano, encabezado por el Arzobispo Octavio Beras, Primado de América, protestó porque a espaldas del se estaban introduciendo tendencias anticatólicas en el regímen.

El 21 de mayo el periodista americano Hal Hendriz denunció que la comunización de la Dominicana avanzaba silenciosamente. Uno de los principales consejeros del presidente Bosch era el judío rumano asha Voiman, que tenía comunicación con la Casa Blanca. Se estaban creando escuelas marxistas, la inquietud iba en aumento y la economía se deterioraba y los cesantes aumentaban a novecientos mil, pese a que el Departamento de Estado americano estaba suministrándole a Bosch un equivalente a mil doscientos millones de pesos mexicanos. Parte de esta ayuda se destinaba a adiestrar "milicianos", con la intención de anular después al ejército y la policía y poder introducir reformas marxistas más amplias.

El 20 de septiembre hubo un ciérre de comercios en señal de protesta contra el comunismo; los militares le pidieron a Bosch que frenara la infiltración roja, éste se negó, el Secretario Mr. Rusk les dijolos militares dominicanos que .no fueran a derrocar a Bosch, pero ellos no se resignaron a la cubanización de su patria, lo depusieron pacíficamente y prohibieron la conspiración comunista. Desarmaron potenciales agitadores rojos, a los que quitaron 3,300 armas y cinco mil cartuchos, y algunas veintenas de perturbadores fueron detenidos.

El país quedó en paz. Pero entonces, naturalmente, el comunismo internacional movió todos sus recursos para infamar al nuevo régimen como "dictatorial". Kennedy rompió relaciones y suprimió la ayuda e dólares a los dominicanos. La "no intervención" y la "autodeter-linación de los pueblos" dejó nuevamente de aplicarse a ese país. El ército dominicano le entregó el poder a un triunvirato de civiles, cual tampoco quería reconocer el Departamento de Estado americano, pero finalmente tuvo que hacerlo ante la presión interna en E. U. y la oposición de los dominicanos a ser arrojados nuevamente en brazos de un régimen procomunista. Pero naturalmente la conspiración inter­nacional comenzó a preparar la revancha.

No menos de 70 agitadores, plenamente identificados, fueron introduciendo armas automáticas y organizando bandas, y el 24 de abril (1965) pusieron en-práctica la táctica del motín descargando un golpe de anarquismo y terror. Embriagaron a las turbas, les alentaron la ciega inclinación al pillaje y al asalto a las mujeres y las movieron hacia encentro de Santo Domingo. Un jolgorio infernal se puso en acción.

Varios oficiales traidores, encabezados por el coronel Francisco Caamaño, ayudaron a repartir armas. Muchos policías fueron asaltados y muertos en su cuartel.

Los terroristas (que para disfrazarse adoptaron el nombre de "constitucionalistas") se apoderaron del Puente Duarte y anunciaron que ¡levaban en la vanguardia a las familias de los militares leales, a efecto de impedir que éstos atacaran y avanzaran de la base de San Isidro a Santo Domingo, para restablecer el orden.

Sin embargo, el grueso del ejército (con base en San Isidro), al man­do del general Elias Wessin y Wessin, no se arredró y avanzó, derrotó a los rojos, recuperó el Puente Duarte y comenzó a limpiar la capital de terroristas. Ante un subcomité del Senado de E. U. se ha puesto en claro que en ese momento la derrota completa de los comunistas era cuestión de horas, pero entonces el Presidente Johnson movió a la OEA y envió tropas americanas a la Dominicana, con el argumento de que iban a evitar que los rojos triunfaran. Sin embargo, en la prác­tica resultó todo lo contrario, pues la OEA interpuso las tropas ameri­canas entre las fuerzas militares leales (de Wessin) y los comunistas de Caamaño, paralizó la culminación de la batalla y salvó a los rojos de una derrota definitiva. Luego se les permitió a éstos que formaran un gobierno disfrazado de "constitucional", con su pelele García Godoy como presidente provisional.

Más tarde el agente David Phillips trató de sobornar al general Wessin ofreciéndole cincuenta mil dólares por su casa, para que sa­liera del país, y al no lograrlo, la OEA ordenó que Wessin fuera sacado del país a la fuerza y desterrado a Miami.

Bajo la protección de la OEA y de varios funcionarios del Departa­mento de Estado americano, la comunización de la Dominicana prosi­guió mediante métodos "pacíficos". El Movimiento 14 de Junio, diri­gido desde Cuba, continuó preparando milicianos. El Partido Social Cristiano (Demócrata Cristiano) siguió colaborando con aquél e infil­trando rojos en los sectores de la clase media; el Comité Ejecutivo de la Unión Comunista, encabezado por Amín Gasbun Abel, siguió orga­nizando grupos en la Universidad, y así han continuado también trabajando libremente los agitadores Antonio Fritz Abreu, entrenado en la URSS; Moisés Genao Blanco, de ÁPCJ; J. Israel Hernández, del PSPD; Miguel Deschamps Erikson, del MPDW, entrenado en Cuba; Ángel Miolán, ex secretario de Lombardo Toledano, y otros muchos expertos en subversión.

HONDURAS.—Desde 1959 se intensificó la difusión de propagan-da comunista, pese a la prohibición legal, y el envío de jóvenes a Cuba. A la vez comenzó a prepararse una "Guardia Civil", especie de milicianos, para sustituir más tarde al Ejército. En agosto de 1963 aparecieron guerrilleros rojos cerca del río Patuca, armados por Castro Ruz. El Presidente Villeda permitía al embajador cubano, Silvino Sor-legui, que impulsara la infiltración comunista. En octubre el ejército hondureño derrocó a Villeda Morales y detuvo la infiltración, cosa que reprobó el Departamento de Estado americano.

Kennedy rompió entonces relaciones con Honduras y le suspendió a ayuda económica. Un coro internacional de protestas se levantó :contra los ejércitos y los nuevos gobiernos de Honduras y la Dominicana, calificados como "dictaduras" por los mismos políticos que sin sonrojos contemporizan amigablemente con dictadores comunistas que chorrean sangre.

Sin embargo, los sectores verdaderamente nacionalistas y anticomunistas de Estados Unidos vieron con simpatía la acción de los militares hondurenos y dominicanos y lograron que se restablecieran rela­jones diplomáticas y que cesara en gran parte el injusto boicot contra ambos países, cuyo único delito es el de haberse resistido valerosamente a la conjura internacional que los empujaba a convertirse en una nueva Cuba.

"ALIANZA PARA EL PROGRESO".—Desde 1932, con el presi­dente Roosevelt, el movimiento político judío y la alta masonería rom­pieron su tácita alianza con el pueblo americano y comenzaron a trabajar en contra de éste y a favor del marxismo asentado en la URSS. De ahí procede el decisivo cambio de política operado en el Departa-nento de Estado americano y la actual campaña para agitar a Iberoamérica diciéndole que va a liberarse —como Cuba— del "imperialismo americano".

Tal imperialismo no ha sido otra cosa que imperialismo judío (su-percapitalista) disfrazado y suavizado con rasgos americanos. Y ahora que trata de sustituirlo con un imperialismo mil veces peor, como es el imperialismo judío-marxista, bajo el cual el pueblo americano ya no figura como socio y factor atemperante, sino como otra de las víctimas.

Este cambio va realizándose con la ayuda de altos círculos de Washington y se disfraza ante el pueblo americano con el oropel de que Jrge hacer reformas en Iberoamérica para subsanar injusticias internas y para eliminar antiguas injusticias cometidas por Estados Unidos.
Por otra parte a los iberoamericanos se les hace alentar la ilusión de que van a ser libres del "imperialismo americano", pero detrás de es­tas falsas bellezas aguarda un nuevo amo: el imperialismo marxista.

Es mentira que los cambios que están operándose en Iberoamérica se deban a que hay gobernantas —como Castro Ruz— que se yerguen temerariamente contra el Coloso del Norte. Lo que ocurre es que estos cambios se realizan con la complicidad del Departamento de Estado americano, cuya labor comunizadora es mucho más efectiva —por lo menos en América— que la realizada desde las.remotas de­pendencias del Kremlin.

Lo anterior explica que no haya ninguna acción eficaz de la Casa Blanca para frenar el avance rojo en Iberoamérica y que para acallar la intranquilidad de la opinión pública estadounidense se adopten de vez en cuando medidas "anticomunistas" engañosas e ineficaces. Una de éstas fue el famoso "punto IV" de Truman para ayudar a los países subdesarrollados, ampliado luego con la llamada Alianza Para el -Pro­greso.

Esta alianza plantea la falsa tesis de que el comunismo avanza porque hay pobreza, lo cual es absolutamente falso porque en sus 48 años de existencia práctica el comunismo no ha dado prosperidad a ninguno de los países bajo su dominio, y sí avanza es porque hay una conspira­ción internacional para ayudarlo.

Cuba era en 1948 uno de los países iberoamericanos con más alto nivel de vida; sus salarios ocupaban el tercer lugar del Continente; sus índices de desempleo (7%) y de mortalidad infantil eran los más bajos de Iberoamérica, ocupaba el tercer lugar en alfabetización, y sin embargo, fue comunizada, no precisamente por la voluntad de su pueblo, sino por una conjura internacional patrocinada por el Depar­tamento de Estado americano.

Además, la Alianza Para el Progreso establece la capciosa disyun­tiva de "comunización pacífica o comunización violenta", y para lograr lo primero encauza su apoyo económico hacia los regímenes procomu­nistas iberoamericanos y hacia la liquidación de la iniciativa privada, la cual lógicamente empieza a retirar inversiones y esto deteriora más la economía de Iberoamérica.

Bajo el disfraz de ciertas obras sociales, la Alianza Para el Progreso apoya con dólares a gobernantes procomunistas y discrimina a los an­ticomunistas, a la vez que presiona para que se realicen "reformas" que van introduciendo características marxistas en la estructura eco­nómica y política del Continente. Este peligro lo advirtió el Congreso de Estados Unidos (julio de 1962) al proponerse que no se suministra­ran dólares a regímenes procomunistas, pero el grupo de Kennedy logró que tal propuesta no fuera aprobada.

Los 20,000 millones de dólares que se planea gastar en tal "alianza" son en gran parte un subsidio para la comunización de Iberoamérica a costa del contribuyente americano,-el cual en los últimos 20 años ha sido privado de más de ciento doce mil millones de dólares con el en­gaño de la "ayuda al extranjero para detener el comunismo", aunque en la práctica ha resultado que esa ayuda se da a los regímenes comu­nistas o procomunistas, como los de Polonia, Yugoslavia, Indonesia, Gui­nea, Ghana y la India, y los de Quadros y Goulart en Brasil, Bosch en la Dominicana, etc.

TRES DESVENTAJAS QUE EL COMUNISMO NO HA SUPERADO

El 13 de febrero de 1958 el Mariscal Iván Bargra-mian declaró en Moscú que la invasión alemana había causado a la URSS pérdidas por dos trillones 569 mil millones de rublos (aproximadamente quinientos mi! billones 142 mil millones de dólares). Además, la URSS sufrió 20 mi­llones de bajas y terminó la contienda casi a punto de la postración. Por eso desde entonces se ha empeñado en ganar tiempo para reha­cerse, y en esto ha sido eficazmente ayudada por los herederos polí­ticos de Roosevelt.

Desde que terminó la pasada guerra mundial el bolchevismo ha tratado de sobreponerse a sus grandes debilidades que le impiden te­ner un choque frontal con el mundo no comunista. Por eso su engañosa propaganda de paz, no por amor auténtico a la paz, según lo ha de­mostrado cada vez que subyuga pueblos a sangre y fuego. Tales de­bilidades del bolchevismo son:

1. ARMAMENTOS. En 1966 las fuerzas armadas norteamericanas tienen decisiva supremacía sobre la URSS. Los bombarderos ameri­canos son mejores y 1,600 de ellos pueden salir desde bases cercanas a los centros industriales bolcheviques y destruirlos. El cohete anti­cohete "Nike-Zeus", los submarinos con armas nucleares y el arsenal de bombas atómicas de Norteamérica son muy superiores a los que tiene el Kremlin. El comunismo dispone de superioridad en infantería y tanques, pero sería gradualmente anulada en caso de estallar un conflicto.

Por eso el marxismo —secundado por los que traicionan a Occi­dente— se finge pacifista y gestiona el desarme atómico, pues si Es­tados Unidos prescinde de su arsenal nuclear, la balanza del poderío armado se inclina en favor de la URSS.

El pacto de Krushchev, aprobado por Kennedy, para prohibir prue­bas de armas atómicas en el aire y en el mar es la primera fase de un convenio de "no agresión", que a su vez sería el antecedente para conseguir que todas las defensas atómicas norteamericanas fueran entregadas a la ONU. En tal caso esta organización marxista-judía in­ternacional tendría ya el dominio del mundo y podría implantar todos sus planes políticos.

El primer paso de esa colosal maniobra fue el pacto que celebraron
Krushchev y Kennedy en septiembre de 1963, no obstante la oposición de valiosos círculos norteamericanos. El general Thomas S. Power, jefe del Comando Estratégico de la Fuerza Aérea Americana, advirtió que tal convenio es dañino porque la URSS ya había probado sus proyectiles atómicos de largo alcance y Estados Unidos sólo lo había hecho con el cohete Polaris, pero no con los Atlas, Titán y Minuteman. El general Curtis LeMay, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el eminente físico Edward Teller y varios senadores dijeron que el pac­to de Moscú reduce el margen de seguridad de Occidente.

El Presi­dente Johnson gestiona en 1965 otro paso en tal sentido, con la des­trucción de 200 bombarderos B-47 y de los cañones atómicos que guarnecen Corea y Europa central. Además, el pacto de cooperación 'en el espacio, firmado en Ginebra en 1962, da a los soviéticos secre­tos sobre los vuelos siderales, a cambio de datos sin valor. Y el pacto de "intercambio cultural" brinda a la URSS diseños de máquinas, fór­mulas de aleaciones, etc., a cambio de información sobre Máximo Gorki, la política comunista de salarios y la vida en Asia central.

El comunismo ya ha demostrado en los países débiles cómo ama la "paz" y la "libertad". Si actualmente habla tanto de pacifismo ante Estados Unidos es porque quiere facilitar la maniobra interna­cional para desarmarlo.

Entretanto, la URSS encubre sus desventajas técnicas-militares con propaganda que difunde activamente el monopolio informativo inter­nacional, como ha ocurrido con los vuelos espaciales soviéticos. Por ejemplo, hay crecientes pruebas de que la URSS no le pegó a la Luna con un cohete teledirigido y de que tampoco fotografió la cara pos­terior de ese satélite. De la misma manera han surgido dudas respecto a los vuelos de varios astronautas soviéticos, pues todos los puestos de rastreo sideral en Occidente detectaron el paso de las cápsulas, pero no la voz de sus tripulantes.

Únicamente el procomunista Sir Bernard Lowell, director del observatorio inglés de Jodrell Bank, y el monopolio informativo internacional, han dado por realizadas todas las hazañas de que habla la radio de Moscú. En cambio, el vuelo del astronauta americano John Glenn (febrero 20 de 1962) y los subse­cuentes se realizaron a los ojos del mundo entero y más de 20 esta­ciones espaciales pudieron detectar su voz.

Varios senadores y peritos norteamericanos revelaron (24 de mayo de 1963) los nombres de cinco astronautas soviéticos muertos en en­sayos fracasados para ponerlos en órbita, acerca de lo cual se guardó silencio en Moscú.

2. ECONOMÍA. Aparte de las desventajas militares, el bloque marxista sufre enormes desventajas económicas. La URSS dispone de más territorio y de más recursos naturales que ningún otro país, pero en 45 años de comunismo ni siquiera ha podido darle suficiente comida a su pueblo. Su progreso material no guarda proporción —y resulta insignificante y ridículo— con sus gigantescas riquezas naturales.

Esto se debe a que el comunismo se basa en una economía SU PER-CAPITALISTA (supercapitalismo de Estado), eficaz para subyugar to­das las actividades del hombre e impedirle movimientos de libera­ción, pero ineficaz para aumentar la productividad y la riqueza de cada habitante.

Ciertamente la URSS ha aumentado su producción en diversos ra­mos; por ejemplo, al iniciarse en 1941 la invasión alemana, Ios sovié­ticos disponían de 18 millones de toneladas de acero anuales, en tanto que en 1960 ya producían 75 millones, pero de todas maneras su ren­dimiento de hierro, acero, carbón, energía eléctrica y petróleo es in­suficiente para una gran contienda, que ahora no la realizarían con la ayuda de la producción norteamericana y británica (como en 1941-1945) sino en contra de ellas.

La URSS ha tratado de mejorar algunos ramos de su economía a costa de los países que tiene sometidos —nueve colonias—, a los cuales les hace ventas forzosas a mayor precio que el de la cotización mundial, y en cambio les compra artículos a menor precio que el usual. Esto se apega al marxismo-leninismo, pues Lenin escribió: "Los in­tereses del socialismo están antes que la autodeterminación de las naciones".

En cuanto a la vital producción de comestibles, el bloque de países comunistas ha sido profundamente dañado por la Reforma Agraria marxista, necesaria para el control de las masas campesinas, pero in­eficaz para elevar el rendimiento agrícola. Esto fue ya inocultable en septiembre y octubre de 1963 cuando la URSS tuvo que racionar más los víveres y comprar dieciocho y medio millones de toneladas de tri­go en los países capitalistas occidentales, principalmente en Canadá y Estados Unidos.

No obstante que los soviéticos disponen de más tierra laborable que ninguna otra nación, en 1962 se vieron forzados a comprar víveres en el extranjero por valor de dos mil quinientos millones de pesos me­xicanos, y en 1963 por valor de doce mil quinientos millones, además de otra cantidad en créditos. Kennedy autorizó los envíos de trigo a la URSS pese a que la Ley Johnson prohibe tratos comerciales con países que no hayan cubierto sus compromisos económicos, y el Krem­lin debe a E. U. 628 millones de dólares por propiedades americanas confiscadas durante la revolución y 11,500 millones que recibió du­rante la ofensiva alemana.

En enero de 1964 la URSS necesitó importar dos millones y medio de pacas de algodón y se reveló que por falta de pasturas había sa­crificado en el invierno 29 millones de cerdos y 1.6 millones de cabe­zas de ganado mayor. Para ayudarla en su fracaso agrícola, Inglaterra le empezó a otorgar (febrero 14 de 1964) un crédito por el equivalente a 5,600 millones de pesos mexicanos, para maquinaria y fertilizan­tes. (Se sospecha que parte de la ayuda que Moscú logra en Occiden­te es con vistas a afianzar en el futuro su economía de guerra).
En Rusia se producían 452 kilos de granos por habitante, antes de que se estableciera el marxismo (1910a 1913)y 40 años después (no obstante los enormes adelantos de la técnica) la producción era de sólo 408 kilos, oficialmente admitida.

La colectivización agrícola-ganadera le costó a la URSS 121 mi­llones de cabezas de ganado bovino, porcino, lanar y caprino. Ante el fracaso del koljós (ejido colectivo) Stalin y Krushchev han tenido que tolerar que ¡unto a los 175 millones de hectáreas de koljoses exis­ta todavía un vestigio de propiedad privada de 6 millones de hec­táreas de parcelas familiares, de corte capitalista, las cuales produ­cen más de la mitad de las verduras, de la carne, de las frutas y de los productos lácteos que se consumen en la URSS.
Con el sistema de propiedad privada agrícola, los franceses pro­dujeron (1954) cuatro veces más por hectárea que los soviéticos.

La economía soviética necesitó durante la segunda guerra mun­dial que Roosevelt y Truman le dieran una ayuda económica de once mil millones de dólares (137,500 millones de pesos mexicanos). Y des­pués de la guerra ha recibido créditos de Inglaterra y hasta víveres de Occidente. La Casa Blanca le ha suministrado plantas de hule sinté­tico y maquinaria de precisión para guiar cohetes. ,

3. MALESTAR SOCIAL. La falta de libertad política, social, re­ligiosa y económica produce un latente malestar en todo el bloque comunista, por eficaz que sea la maquinaria roja para frustrar el esta­llido del descontento, y tal cosa es otra de las debilidades inherentes del comunismo.
Del bajo nivel de vida en la URSS da una idea el siguiente cuadro de las horas de trabajo (de salario mínimo) requeridas para comprar diversos artículos:

Promedio Promedio de Horas en de Horas en EE.UU. la URSS

Traje de lana, de hombre 32 horas 317 horas
Vestido de algodón 2 horas 43 horas
Una libra de azúcar 5 minutos 59 minutos
Una libra de café 37 minutos 27 horas
Una libra de trigo integral 7 minutos 70 minutos
Un litro de aceite 45 minutos 12 horas
Un litro de leche 10 minutos 78 minutos
Zapatos de mujer 5.5 horas 107.5 horas

En 1959 la URSS inició un nuevo plan para aumentar la producción industrial y dos millones de jóvenes de 15 años fueron reclutados como mano de obra gratuita, forzosa, en la industria (toda oficial), en tanto que en noviembre de 1962 se adoptaron medidas más duras para elevar la producción agrícola. Pero ambos planes fracasaron, por lo menos parcialmente, debido al descontento de las masas.

No obstante la eficaz censura del comunismo, ha trascendido que en marzo de 1956 hubo un levantamiento de campesinos rusos en Tiflis; en octubre de 1956 ocurrieron choques de rusos y judíos en Margelam, de la provincia soviética de Uzbeca, según admitió la B'nai B'riten en Nueva Orleans; el 9 de mayo de 1962 también estallaron protestas y desórdenes contra los funcionarios judíos de Tashkent; en junio hubo grandes motines por la falta de víveres en la zona industrial de Novocherskask, y en noviembre del mismo año ocurrieron manifestaciones públicas de descontento en Quemerovo, Siberia Central.

El 3 de enero de 1963 irrumpieron sorpresivamente 32 campesinos rusos, incluyendo varias mujeres con niños, en la Embajada de Estados Unidos en Moscú, en demanda de asilo. La Embajada se negó a ad­mitirlos y durante tres horas los infelices clamaron y lloraron para no ser entregados a la policía soviética porque iban a matarlos. Final­mente se les obligó a subir a los camiones policíacos y desaparecie­ron para siempre.

Todos los esfuerzos de protesta o liberación del pueblo ruso son ahogados en sangre y ocultados por la cortina de silencio para no llamar la atención de la opinión pública mundial. El turismo extran­jero sólo puede visitar en la URSS determinadas ciudades arregladas como escaparate, y eso a través de organismos oficiales que les sir­ven de guía.

Las fronteras soviéticas se hallan estrechamente vigiladas en una profundidad de 25 kilómetros; en Europa central se ha erigido un muro con alambradas, minas, centinelas, etc.; en China ha sido necesario construir fortificaciones en los reducidos sectores de posible escape, y hasta en Cuba se ha levantado la cortina de hierro. Y no obstante así, en los últimos 18 años han logrado huir del "paraíso" comunista más de 12 millones de personas. No hay estadística sobre los que han muerto en el intento, pero los cálculos sobre el particular arrojan una cantidad impresionante. Se cree que por cada uno que escapa hay 5 que fracasan y son aprehendidos o muertos en el acto.

Debido a las tres desventajas antes enumeradas (militares, económicas y sociales) el comunismo no ha encendido una nueva guerra y a venido conformándose con infiltrar agentes y recibir ayuda de sus cómplices que traicionan a Occidente. La URSS gasta cuatro mil millones de dólares en la preparación de medio millón de agentes, cada no, para minar a los países no comunistas.

Desde la terminación de la pasada guerra las principales armas del marxismo (que le han permitido avanzar sin disparar ni un tiro ni per­der un hombre) son: la infiltración, la complicidad de estadistas occi­dentales y la desinformación que confunde y divide.